Escritor, cineasta, actor, director, formador

Garrafa, el mago que logró convertir al «fulbo» en arte

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

Amigos desde jóvenes y unidos en la pasión deportiva por Banfield, el abogado Sergio Smietmialsky y el titiritero Sergio Mercurio reflejaron en una película la singular historia del futbolista fallecido hace 11 años en un accidente.

Lejos de las luminarias, los negocios y la exposición mediática, el fútbol es esencialmente una pasión que genera amistades e identidades. Como la que vinculó desde jóvenes a Sergio «Chenco» Smietmialsky, abogado laboral en lo civil y comercial, – vinculado además a la lucha de organismos de derechos humanos- con su tocayo Sergio Mercurio, un titiritero por adopción, escritor, viajero incansable, y amante de las expresiones artísticas y del compromiso social. Ambos casados, con hijos, Mercurio le lleva a su amigo sólo cuatro años (49 contra 45) y se conocieron merced al hermano del primero.

Los dos nacieron en la zona sur, en los difusos límites entre Banfield, Lomas y Lanús, pero confluyeron en su pasión futbolera con los colores albiverdes de Banfield, una de las entidades de mayor arraigo en esa zona del Conurbano.

Asistentes de incontables partidos al estadio Florencio Sola, ambos explican cómo fue de a poco, que pudieron confluir en el proyecto de gestar una película sobre uno de los ídolos del Taladro, el recordado José Luis «Garrafa» Sánchez, que luego de jugar en Laferrere, El Porvenir y Bella Vista (de Uruguay) vistió durante cinco años la casaca verdiblanca, logrando hitos como el ascenso a la primera división y su participación en la Copa Libertadores.

En tanto, Chenco explica cómo surgió la idea del film: «Sergio ya tenía otra película hecha sobre una artista brasileña, y algunos cortos. Con él nos conocíamos desde adolescentes, y siempre le decía que íbamos a hacer algo juntos, aunque yo de arte poco y nada, apenas sabía tocar la armónica, y lo acompañé en algunos shows musicales que él preparó, y hasta tocamos en varias cárceles». Recuerda que «cuando Banfield sale campeón y sube a primera, nos llama un amigo y nos invita a un asado, donde fueron algunos jugadores, entre ellos José Luis, y se pone a jugar con nosotros. Fue el primer contacto que tuvimos, y nos dimos cuenta cómo era: un artista de la pelota, un tipo sencillo, de barrio, que amaba lo suyo por más que jugara en primera. Y cómo jugaba, era un habilidoso de aquellos».

Por eso, cuando en enero de 2006 Garrafa muere en un insólito accidente a los 31 años haciendo piruetas con su moto Chenco tuvo una idea muy fuerte. «Yo había visto la película sobre Luca Prodan y me gustó mucho con qué respeto lo recordaron, y pensé, ¿por qué no hacer algo similar con Garrafa?».

Se lo comentó a Sergio Mercurio, quien pensó que la empresa sería difícil. «Pensé que no se podía hacer, porque las imágenes eran de TyC Sports, y eran difíciles de conseguir. Pero él me alentó a intentarlo y me aseguró que se ocupaba». Finalmente, tras intensas gestiones, Chenco, productor del film, logró que el canal les cediera las imágenes que tenía, y les dijeron que era la primera vez que lo hacían, y se reservaban la difusión en videocable a nivel internacional. El film se fue haciendo de a poco, bancado por los dos amigos y algunos allegados, y Mercurio decidió un título sugestivo: «Garrafa. Una película de fulbo».

Sergio explica que «el film está contado desde el punto de vista de la pelota, y lo de fulbo es porque ellos le decían así, el fulbo es el potrero, el pueblo, la gambeta, la parte más lírica, la relación con la pelota que tenía José Luis. Hay imágenes de distintas épocas, partidos y goles de Garrafa, testimonios de la madre, los amigos, compañeros de equipo, y vecinos, pero sobre todo el espíritu fue reflejar el recuerdo de quienes lo quisieron y lo trataron».

Ídolo en los tres clubes que jugó

Nacido en la ciudad bonaerense de Laferrere, José Luis Sánchez se crió entre los potreros de su barrio y la ayuda que le daba a su viejo repartiendo garrafas de gas comprimido, labor que le valió el apodo con el que se hizo conocido. Su innata habilidad y buen trato con la pelota hizo que se incorporara a las inferiores de Racing. Pero su debut en primera lo hizo en su querido Laferrere, justo en un clásico frente a Almirante Brown, una tarde de 1993.

Hacia 1997, Garrafa fue parte del plantel de El Porvenir, que logró el ascenso al Nacional B. Cuentan que al dar la vuelta se sacó la camiseta y abajo estaba la verde de «Lafe». Tras una breve incursión en Uruguay, donde jugó en Bella Vista, retornó por una grave enfermedad de su padre.

Pero fue entre 2000 y 2005 que Garrafa se consagró en Banfield, integrando un gran equipo que un año después subió a primera, y hasta se dio el gusto de jugar la Copa Libertadores con el Taladro. Hasta que el corazón lo hizo volver a Laferrere, donde jugaba cuando sobrevino la desgracia que lo convirtió en leyenda.

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