Escritor, cineasta, actor, director, formador

La Chingada

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

 

la chingada

 

 

 

– Menos que mil palabras 4

LA CHINGADA

 

La foto muestra una mujer mirando a su beba, las conecta una mamadera que se acaba de vaciar. El brillo del mensaje de la propaganda del fondo sugiere que algo comienza. La mujer sostiene la cabeza de la beba y no hay más datos aunque puede adivinarse que están haciendo una fila en algún lado. Se puede decir que es una foto mala y concuerdo. Es una foto que no dice nada. Tiene el brillo en el lugar errado, es opaca.  Y no hay manera de identificar que eso es México, que es la fila que hacen todos los pasajeros del mundo que desembarquen en el DF, incluso aquellos que como es mi caso, no iba a quedarme  en esa ciudad y ese país, sino que me limitaba a haber comprado un pasaje por la línea Aeromexico y por lo tanto debía hacer una escala en esa ciudad para cambiar de avión. Contra todos los pronósticos el INM, instituto nacional de migración de México, una de las instituciones más corruptas del país norteamericano, en el decir de la organización humanitaria “casa del migrante”, instauró una política nueva y sorprendente. Vale aclarar que todos los aeropuertos de las capitales del mundo poseen un sector que llaman “Tránsito”,  ese sector puede ser considerado como un lugar del edificio que no es el país, de esta manera companías aéreas nacionales como la panameña Taca, la española Iberia, La turca Turquish, la alemana Luthftansa, venden pasajes a diferentes destinos pasando por la capital del país. Así los viajeros consiguen pasajes mas económicos a diferentes destinos y las aerolíneas locales aumentan sus clientela de otros países, atraídos por las ofertas.  Por cuestiones de dinámica, de agilidad y eficiencia, los aeropuertos crearon un sector tránsito para que los pasajeros extranjeros que atraídos por esa oferta  lleguen al aeropuerto cabecera, y manteniendo  su billete aéreo, apenas cambien de avión.

No obstante México a ideado algo muy interesante. Instrumentado por el INM. Se trata de que todos los pasajeros que desembarquen en a México hagan la cola de migración, presenten una tarjeta que pide la información de que dirección va uno a tener en México y por cuanto tiempo lo hará. Una vez que uno llega a la ventanilla,  uno explica que no va a entrar a México, como la lógica legal escapa a esa ridiculez el policía, opta por darle a uno 180 días, para quedarse esperando el avión, y le exige que no pierda la tarjeta que él a firmado para salir del país.  País al que uno no entrará ya que se limitará a correr para tratar de llegar a la puerta de salida del siguiente avión.  Mientras uno espera en la fila  no siempre menor a 200 personas. Dos pantallas gigantes muestra que tanto los Estadounidenses, como los mexicanos pueden evitar la cola, utilizando su pasaporte.  Las 200 personas que esperan cambiar de avión son obligadas a ingresar a un país que no les interesa, son obligadas a volver a revisar sus bolsos y sus efectos personales  en la aduana. Como todos saben la aduana es una organismo nacional al igual que el de migración que tienen por objeto controlar: uno las personas que ingresas al país y el otro los objetos que ingresan al país.  México ha ido más lejos ha logrado que el organismo de migración y el de aduana controlen con la fuerza de la ley a personas que no ingresan al país.

Cierre los ojos y piense en ¿Qué interés hay en hacer esto?¿A quién México quiere agradar con esto? Llenando la tarjeta de migración y aduana de México sospeché la respuesta.  Ambas tarjetas que me dieron están en ingles. México es apenas el hall de entrada. Parece más que divertido que alguien se le ocurra traer a México un poco de cocaína cuando los mayores cárteles del mundo se encuentran aquí mismo, y no solo se encuentran, sino mandan y gobiernan. Aquí es cuando empezamos a sospechar que esa hipocresía ya la tenemos vista,  la del negro premio nobel de la Paz, a quienes ciertos ingenuos defienden como si hubiera evitado al menos una de todas las guerra que inició y mantiene.  La hipocresía es tamaña que no puedo dejar de sentirme humillado.  Finalmente cuando levanto la vista está esta mujer parada delante mío con su beba en brazos. Van dos horas.  Levanto la vista y confirmo: en México los Estadounidenses y mexicanos tienen una fila especial, los tripulantes tienen otra el resto somos extranjeros, no hay ancianos ni jubilados, el resto somos extranjeros, el resto son mujeres con bebes en brazos y aquí no tienen derecho a nada. Malinches. En México, el verdadero mal es la mujer.

Allá por los años 80, cuando todavía las listas negras circulaban por las radios argentinas, los casetes rompían el cerco. Uno podía escuchar, copiar y compartir la música prohibida. La música  era esencialmente de protesta. En esa época mi padre colocó en volumen bajó un tema de Gabino Palomares. “Del mar lo vieron llegar, mis hermanos emplumados, eran los hombres barbados de la profecía esperada…”. El tema que sonaba era “Maldición de Malinche”. Lo escuché durante mucho tiempo, y no tengo el orgullo de decir que enarbolé su argumento a la hora de expresar que lo foráneo prevalecía a lo nacional, por una traición local.  Vale aclarar que Malinche fue una mujer indígena mexicana amante de Hernán Cortez. Para ciertos defensores de lo propio, Malinche es el símbolo de la traición, del fin del imperio azteca, a manos de  una mujer. En México se menta a Malinche dos por tres, de hecho “la chingada” es una expresión que se lanza inevitablemente para hablar de malas noticias. Pero chingar, es una expresión que denota la realización de un acto sexual, y la chingada, literalmente quiere decir “la cogida”. Es decir: la que fue cogida.  Deténgase en el detalle: Malinche no es la que se cogió a Hernán Cortés. Sino la que Hernán Cortes se cogió. Punto.

Aquí son machos.

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