Escritor, cineasta, actor, director, formador

Los Nombres Adecuados

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

Lolo y ella tenían la misma edad. ¿Es esto verdad? Ella tenía esa edad, pero en el caso de Lolo, es un poco discutible. ¿Cuál es la edad de un muñeco? ¿Su edad comienza cuando está terminado? ¿O cuándo es comprado y entregado a la niña? Cierta vez, más allá del Alto, supe tener un amigo llamado Eber, que un día me llevó a conocer Tiahuanaco desde su mirada. Bolivia me ardía. Me dijo entonces que ciertos pueblos aymaras guardaban una tradición. Los nacidos vivos no eran nombrados, cuando un bebé nacía esperaban conocerlo para colocarle un nombre adecuado con su personalidad. Cuando me contó eso me di cuenta que mis padres tenían que haberme conocido un poco. Ellos colocaron en mí, un nombre que a lo largo de la historia ha demostrado no me representa.

Violeta y Lolo

Tengo mil doscientos mil apodos. En cada lugar por donde paso suelen apodarme. Me nombran de nuevo. En diferentes lugares me conocen y me nombran con otros nombres, nunca el mío. Si a esto sumo que suelo volver a nacer de vez en cuando, la cosa se complica aun más.  Yo estaba marcado con el encuentro, que allá por el 95, tuve con Eber, me había afectado de un modo sustancial por eso, cuando la panza de Rosi se hizo luna, le conté esta historia y decidimos juntos ganar la sorpresa de la espera sin conversar seriamente de nombres posibles a lo desconocido. Cierta madrugada, una niña nació despierta.  Estaba mirando a Rosi cuando ella me preguntó cómo era. Observé a la beba de un color inconfundible y le dije que era violeta. Fue apresurado, sí, muy apresurado, así se llamó.  

Mi vieja, que se había empezado a sentir abuela, viajó a Brasil para esperarla. Uno de los primeros días fue a una tienda y compró un muñeco. Abrí el paquete de regalo y vi que el muñeco, ya tenía nombre, lo miré unos segundos levanté lentamente la cabeza y  lo puse nuevamente en las manos de mi madre. Mejor cambialo. Mi mamá lo giró varias  veces para adivinar el problema. La miré sereno y le expliqué que ya tenía nombre. Que no solo tenía nombre, tenía… marca. Una marca que no había formado nunca parte de mi vida y no iba a formar parte del primer tiempo de mi hija. Pero es lindo. Hay otros. Es lindo. Comprale uno que no sea alguien conocido. Mi mamá me conocía bastante, ya sabía que yo no iba a negociar nada.  Se fue a cambiarlo.  Así vino a parar a la cuna de mi beba un conejo que ella, en  sus primeras palabras, nombró Lolo.  Lolo cuidó el sueño de mi beba y, al igual que a nosotros, en Centroamérica se le gastaron los pies.  La razón era clara: al comenzar a caminar Violeta lo llevaba de sus orejas y él iba gastando sus patas. Violeta aprendió a amar a Lolo y Lolo aprendió a amar a Violeta. Todo fue una unión perfecta hasta que una noche sonó el teléfono.  Estaba yo en San José de Costa Rica por un corto viaje. Me habían invitado a inaugurar la fiesta nacional del Teatro Costarricense. La voz de Rosi, a miles de kilómetros, fue clara, Viole perdió a Lolo. Estaba por contarle la experiencia cuando sentí un rayo en la columna vertebral. Me exasperé. Había que encontrar a Lolo. Rosi no creía importante hacer el escándalo que yo comencé a hacer desde Centroamérica. Supe entonces que habían ido a jugar a la plaza, que Violeta había arrastrado a Lolo hasta allí y cuando se hizo de noche volvieron para tomar un baño y acostarse a dormir, fue en ese momento que Violeta hizo la pregunta fatal. Corrieron a la plaza en pijama pero Lolo no estaba. Eso, me dijo, sucedió hace unas horas, Violeta esta despierta y de vez en cuando mira por la ventana. Ya se le va a pasar. Yo empecé a temblar. ¿Cómo hace un muñeco para expresar que quiere volver a los brazos de una niña? ¿Qué puede hacer? ¿Qué puede hacer una niña? De pronto tuve un mi cabeza una misión. Hay que enseñarle a tratar de recuperar lo que ama. Hay que poner carteles en todo el barrio. Cuando vuelvas lo haces vos. No. No hay que perder tiempo. Mañana temprano vas a ir a buscar al tipo de la bocina, el que me hace publicidad para los espectáculos. Que pase cerca de la plaza. Es evidente que el que lo encontró fue casi de noche. Tal vez estaba en la plaza con ustedes.  Antes de subir al avión de vuelta yo sabía que hicieron todo lo posible. Todos los negocios del barrio tenía la foto de Violeta durmiendo con Lolo. 

Perdí mi muñeco en la plazita Levalle, yo duermo con él desde que nací, lo extraño, si lo encontraste ¿me lo podes traer a casa? Al volver , lo primero que me dijo mi hija es que había perdido a Lolo. Yo le expliqué que habíamos hecho todo lo posible y que ya nada dependía de nosotros.  Me contó que el señor de la bocina había decidido ponerla en el asiento trasero mientras se escuchaba: Querido vecino de la plazita de Levalle, ayer a la tarde perdí mi muñeco… dijo Rosi que,en una de las vueltas que daba el coche, Violeta se había apoyado sobre sus brazos y miraba para atrás viendo el camino y el sonido que dejaba el coche al pasar.  El año 2005 representaba el tiempo donde no había descanso posible. Volví del aeropuerto de Costa Rica, pasé por casa, y me subí al tren para ir a la Plata. Me encantaba trabajar en el bar Bukowski, encontrarme con la gente de Buenos Aires, de la provincia. Los que vivían en mi capital. Hacía tiempo que los dueños del bar eran mis amigos, hablamos bastante de mi viaje y preparé todas las cosas cuando la gente empezó a llenar el bar.  Estaba presentando el espectáculo De Banfield a México.  La presentación tenía 3 momentos con una pausa de unos 20 minutos. En la primer pausa Diego me llamó para decirme que tenía una llamada muy importante. Fui hasta el teléfono y al oír el mensaje me puse a llorar. Se acaba de ir dijo Rosi. Yo estaba tratando de entender cuando ella me explicó que una muchacha había escuchado la bocina del coche pasar el día anterior pero que sus hijos eran pequeños y que recién, en ese momento, se había podido organizar y dejar a su madre en casa. Que uno de sus hijos había vuelto encontrado el muñeco y que ella no sabía de adónde lo había sacado. Al escuchar la bocina miró a su hijo y le dio una profunda tristeza entender. En ese momento mostró al conejo sonriente: Rosi llamó a Violeta que, al ver que Lolo había vuelto, corrió a abrazarlo, se lo refregó en la cara y desapareció sin escuchar que el milagro de los nombres correctos había sucedido. Rosi abrazó a la muchacha, que sintió la emoción que dan a veces ciertos gestos. La muchacha estaba cerrando la puerta cuando oyó la pregunta. Me dicen Lala, dijo. Y eso fue lo que yo escuché del otro lado del teléfono y fue por eso que lloré de alegría mientras los chicos del Bukowski me abrazaban. Lala trajo a Lolo. Lala trajo a Lolo de vuelta. Cuando le conté a los chicos del bar, todos una banda de grandulones de 40 años, nos abrazamos y lloramos juntos de alegría. Por Lala y Lolo. Por que mi hija iba a volver a estar acompañada de ese conejo. De eso han pasado casi 20 años. En este momento, Lolo permanece en la cama de mi hija y me observa contento de saber que estoy contando su historia.

31 comentarios

  1. Amé… gracias Sergio. Cariños a toda esa hermosa familia que tienes, con Lolo y cuántos más que no conozco…

  2. Mais um texto primoroso, Sergio. Que lindo!
    Amei «cuando la panza de Rosi se hizo luna».
    Respondi seu e-mail.
    !Un abrazo!

  3. Hermoso y tierno cuento. Mí hija tenía un perro Cliford tejido al crochet por mis primas.. Imposible dormir si no lo encontraba. El hermano cuando podía le arrancaba la cabeza. Y la mamá Doctora se lo cosía. Hermosa época!! Cada tanto se acuerdan de las peripecias de Cliford

      1. Un gusto leerte cuando tengo tiempo. Mí recreo de viernes!

  4. Maravilloso recuerdo y tan bien transmitido… Puro afecto Sergio! Gracias Gracias Gracias!

  5. Gracias Sergio… volví un ratito al bar y me imaginé el abrazo.
    Brindo por los encuentros.
    Salú

      1. Ta gueno canejo, del anterior ni hablar. Pienso distinto que los aymaras, para mi los hijos nos transmiten sus nombres y tienen que parecerse a otros con el de ese nombre. Algunos se rebelan y quieren ser ellos mismos. Por ejemplo los Juanes estan obligados a ser buenos, Los Osvaldos a ser malos, a muchos les cuesta no serlo, los Rubén no pueden dejar de ser charlatanes siempre dicen cualquier cosa. Los Jorge siempre se rien. Las mujeres Marta no lo digo porque se van a enojar. Las Ana siempre autoritatias y las Adriana no pueden ser malas. Las Maria no pueden dejar de cocinar. En fin la lista es larga otro dia sigo. Solo a las muñecas hay que ponerle el nombre apenas las regales.

  6. Acá inspirándome para volver a escribir. Encontrando tiempo por ahí
    Gracias Sergio! Buenísimo el texto, me hizo sonreír y añorar un poco.

  7. Sérgio, que lição de vida! Vida longa a Violeta, vida longa a Lolo! Aprendi um pouco mais sobre cuidar de quem se ama com esse conto. Vou tratar de aplicar. Beijos em todos aí.

    1. Luiz meu amigo, sempre tua sensibilidade quando é tocada me toca. E me da vontade de acrescentar algo. Com as criacaoes artisticas pode acontecer algo parecido, por isso eu acho que tem que se trabalhar de um jeito de criar uma relacao amorosa com o propio trabalho. Se cada gesto teria essa procura nosso tempo seria um presente de historias

  8. se me escapa agüita de los ojos… gracias Sergio, mue gustó mucho!!

  9. Hola Sergio,
    Estuve con mucho trabajo. Ahora se calma un poco, asi que me pongo a leer tus cuentos de nuevo.
    Cuanta dulsura en «Los nombres adecuados». Cuando te leo, veo las imagenes y es tan lindo verte a ti y a tu familia en la historia de Lolo. Gracias por compartir momentos tan preciosos.
    Un abrazo cariñoso querido amigo.

  10. Y ahora lloro yo… y mucho! No dos o tres lagrimitas de morondanga, sino con moco y todo. Gracias!

  11. Me hizo la tarde, me llevo a las lágrimas. Yo viví un suceso parecido, pero no tuve la valentía de ir en una busqueda más decidida de Peter. Nunca regresó.

Se agradece compartir

Más relatos de viernes

Escritura
Sergio Mercurio

El Amigo Equivocado

Yo tengo un amigo que está equivocado. Muy equivocado. En casi todo. Si hablamos de comida, come mal. Muy mal. Es desordenado. Es de público

Seguir leyendo »
articulos
Sergio Mercurio

Volver a volver

Durante el período de mi vida que fui un viajero la parte que más disfruté fue el retorno. Volver era siempre una alegría sin ningún

Seguir leyendo »

PODCAST: Echado de la librería