Escritor, cineasta, actor, director, formador

El Anillo de Frodo

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por Sergio Mercurio

Creo que mi hija es peor que yo. Mis padres decían que yo no quería nada. Nada. Ni ropa ni golosinas. Ni paseo, ni comida. Ni juguetes, ni espacio. Nada. Para mí el mundo era un lugar incomensurable. Me sobraba. ¿ Por qué iría necesitar algo más? Hay que observar también que recibía regalos. Increíbles, pero el que más me gustaba eran las estampillas. Nunca las pedía, pero mi padre solía regalármelas. Me quedaba viendo esos cuadros diminutos y pasaba, por ejemplo, todas las vacaciones. Mis actos hablaban mal de mí. Les preocupaba. Lo vivo con mi hija pequeña me exaspera porque las estampillas no existen. Nunca quiere nada. Comprate algo, por favor. No quiero nada. Una vez le hice un experimento, la lleve a Banfield, de di plata y le dije que vuelva con cosas y sin el dinero, volvió a las dos horas con un colita para el pelo. Me dijo que no la necesitaba, pero le gustó. Después me preguntó si estaba mal. Si esto fuera solo divertido no lo escribiría. En realidad no sé que hacer y espero, aunque me pese, que el juego de la vida le enseñe algo. En los años 70 era la prehistoria de la publicidad. Para cultuarla llegó a existir un programa que solo las pasaba y las elogiaba. Fue en esa época se acuñó la palabra creativo.. Mejor dicho se alteró el significado de esa palabra, desde entonces un creativo es alguien que te vende algo que no necesitas. Los creativos fueron de a poco siendo los súbditos preferidos de los fariseos.(esta frase la puse porque la escuché muchas veces y quería alguna vez escribirla, aunque no sé que quiere decir)

Son los que comparten el anillo de Frodo. Los creativos le propusieron a Messi que sugiera que come papas fritas, toma Pepsi y un montón de pelotudeces inexplicables y como él tiene el anillo puesto, lo hace. Tengo repulsión a la publicidad y a todo aquello que quiera venderme algo y la razón es el juego de la vida. En los años 70 la televisión aun no tenía el anillo puesto, entonces los programas se pensaban con ciertos fines que hoy corresponden más a la experiencia de las padres Jesuitas que a otra cosa. Los que manejaban la tv, en ese tiempo, aun no habían encontrado el anillo de Frodo. Un día, que para salir de la calle me sentaron frente a la televisión vi el anuncio de un juego espectacular, muy diferente al juego de la oca o al estanciero. Tenía volumen y además tenía una ruleta incorporada, estaba totalmente coloreada y tenia una familia exactamente opuesta a la mía: feliz y rubia. En esos tiempos todavía no conocía los lugares donde iba a refugiarme, entonces por primera vez en mi vida pedí algo. En mi casa no lo podían creer, mi papá puso música y bailó dejándose caer los pantalones. El juego de la vida que anunciaba la tele se estaba cumpliendo sin ni siquiera haberlo comprado. Al otro día mi mamá me acompañó hasta la vuelta y le pidió a la señora que había inventado un kiosko en su living que lo trajera. Llego unos días después. Era otro, se llamaba LIFE. Lo abrí. En mi imaginario el juego iba a develar algún secreto de vivir.

De estar contento y de ser rubio. No recuerdo ahora exactamente con quién lo jugué primero, pero si recuerdo el mecanismo. Todo dependía de la suerte. Había una ruleta en el centro que dirigía acciones de los jugadores, pero lo más increíble sin duda eran los caminos. No había más que dos o tres desviaciones. Puede que me equivoque pero lo que recuerdo es que ganarlo se relacionaba con tener éxito; ser abogado, puede que también estuviese la opción de ingeniero o médico, tener un coche, y la consecuencia de los hijos. Había otra opción y era la bancarrota. No estaba contemplado en el juego el vicio de la ruleta, ni siquiera el alcoholismo, la tristeza, o la duda. El juego de la vida era un dictamen moralista ( estoy tentado a escribir evangelista) sobre como sobrevivir en una sociedad capitalista. Jugué el juego unas tres veces e incluso cuando gané, por más que tenía 10 años me pareció que me estaban ultrajando. Si ese era el juego de la vida y esos los caminos posibles algo me decía que yo había nacido en el planeta equivocado. Una tarde cerré la puerta de mi cuarto y lo guardé arriba del ropero. No le dije nada a nadie, me arrepentí de haberle pedido a mi madre que lo compré. Me sentí muy mal. Escribo esto y se me agría la garganta, me vuelve la culpa del orgullo herido. Ese fue uno de los acontecimientos que acentuaron mi carácter. Empecé a desconfiar. La vida me llevó a la senda del arte e incluso allí también estaba el anillo de Frodo y lo use e hice cosas que me avergüenzan y por las que no merezco el respeto que creo pronunciar en estas letras Simplemente quiero que quede claro que los que engañan son quienes más rápido identifican a sus iguales. Tuve el anillo de Frodo y lo dejé porque me di cuenta que podía ser igual a lo que más detestaba. Cuando la juventud me invitó a creer en otros mundos

posibles y me enseñó a mostrar los dientes, una tarde subí al ropero y lo tiré a la basura, evite que mi madre lo viera, advertí que tal vez ella podría interpretar que era contra ella. La tarde que tiré ese juego de mierda a la basura me fui a la casa de mi abuela. Estaba furioso y sabía que no me iba a preguntar nada. Ella era una mujer parca silenciosa, morena, y cínica. Me preparó un té de boldo y sacó una baraja ajada y jugamos el chin chon. Ese juego estaba bien, me lo había enseñado de chico y cuando se murió dejé de jugarlo. Debería haberla abrazado más. Como era tan dura algo me hizo creer que no debía o podía hacerlo, debía haberle agradecido más y asumir que para jugar bastaba el chin chon y que ella me enseñó cosas sin hacerlo, tuvo una vida bastante impuesta, se casó con la persona que sus padres le indicaron, formó una familia, tuvo hijos y nietos, vivió casi siempre en la misma casa de la que casi nunca salió, tuvo por compinche una vecina con la que un día se peleó y dejó de hablarle. Siempre decía lo que no le gustaba. Miraba cine argentino, nunca la vi bailar o cantar y sé que me miraba contenta y es tal vez por ese gesto que yo aprendí a creer en mi. Voy a volver a mi hija. Se terminan la vacaciones y todavía no quiere nada, existe una posibilidad, teniendo en cuenta que ciertas actitudes se repiten entre los de la misma sangre, un día quiera algo y lo pedirá es posible que ese día, igual que yo, elija mal y gracias una maldita trampa creada por publicistas, comuniti manager, políticos, deportistas, youtuber, tiktokers, o novios. Que la jodan es parte del juego de la vida, tomar el anillo y usarlo también. Mi deseo con respecto a ella es igual al del Negro Fontanarrosa con sus hijos. Lo que espero de mis hijas es que cuando sus amigas y amigos las vean llegar se pongan contentos.

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8 respuestas

  1. Hola Sergio querido, taaaaaan identificada, mas con respecto a Miranda, que yo si pedía algunas cosas de vez en cuando, pero ella es como tu hija, aunque últimamente si ya se le apetecen algunas cosas. Es muy lectora, quiere estudiar animación, sale de bachillerato (no sé cómo le llaman ustedes, pero es el pre universitario) este 28 de septiembre, ¿te acordás que estuviste en Guate cuando estaba embarazada? Te mando un abrazo grande. Mis tesoros en la vida son los amigos como vos. Siempre me alegro cuando venís a Guate.

  2. Hola Sergio, te escribo desde México, aquí en este juego de la vida, buscando el mejor camino para que mi hija se encuentre con sus sueños. Yo pronto volveré a Bolivia y ella ya jugará sola. A ratos parece que nada calza, y a ratos me siento inmensamente feliz en este hermoso país, pero así es este juego de la vida. Un abrazooo

  3. Yo también coleccionaba estampillas.Se lo comenté a una compañer ita de la primaria. Por la tarde vino a mi casa y me regaló un montón de estampillas que traía en un sobre. Comencé a mirarlas y me emocioné, la mayoría de ellas eran nuevas para mi, no las había visto nunca. Le agra- decí mucho, le dije que me encantaba y le dí un beso. Me devolvió una cachetada y ahí acuñé un frase, Qué dificil es entender a las chicas» y una conclusión, » no juego mas a juntar estampillas.» Todos estos juegos de la vita (se tildó la letra) suelen deparar sorpresas no sólo agradables, también de las otras. Cómo se explica la cachetada que me dió mi amiga cuando le agradecí las estampillas ue me regaló diciéndolé que me encantaba y además la besé en la boca. Quién las entiende, no juego más….

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