Tengo una amiga que es profesora de literatura que me ha dicho que yo no hago literatura, que en mis textos parece que estoy hablando. A mi eso me encanta,

La Despedida del Abuelo
La memoria tiene dos caras. Una para andar y otra para quedarse quieto. Busco en mi memoria y entonces encuentro la historia con la que voy a cerrar el ciclo de dos años y medio de Viernes para quedarme quieto. Cuando te cuento algo, por más detalles que le imprima a mi relato, por más García Márquez que intente inevitablemente mi historia, la que recuerdo, relato o invento y escribo no será nunca tuya si no actúas. Leer es una actividad presente pero si logra su objetivo, el lector debe viajar hacia adentro, conectar al pasado con imágenes propias y transformar ese silencio que es la totalidad del presente pasado y futuro. Por eso leer es invencible. Para leer hay que aislarse, hay que adentrarse, irse, estar solo. Una historia se hace potente a razón de vínculos invisibles que se activan. Por eso algunos relatos no funcionan. No tenemos elementos propios para enlazarlos. Leer como toda actividad solitaria implica un esfuerzo. La necesidad de interlocutores hace que erremos. Por eso a veces leemos mal. Queremos leer algo que nadie ha escrito y lo inventamos. Lo he hecho. ¿Pueda que vivir sea una soledad? La historia me la contó César una noche, en Yotala. y creo que el protagonista fue el abuelo de Naira. Podría corroborar esto. Pero no voy a hacerlo. Esta historia se trata sobre cerrar un ciclo, el ciclo de la vida. El abuelo se iba. Quien tenga un par de muertes por vejez en su haber podrá acrecentar esta historia, hacerla propia dando más fundamentos, podrá apuntalar a base de anécdotas ésta verdad. Hay muertes por vejez donde el anciano tiene consciencia total de su partida. Algunos esperan que sus hijas lleguen, hay quienes necesitan aclarar algo, hay quien dice una frase novedosa, hay quien suspira. La muerte no siempre es un lugar ominoso. No siempre la muerte será cruel. Dijo César que el abuelo estaba en su cama. Lo dijo con estas mismas palabras. Escuché entonces eso mismo: el abuelo estaba en su cama. Sus palabras me llevaron para Capdevila 66. Sus palabras pusieron a mi abuelo en su cama, la que había sido suya pero que en el último tiempo había sido apenas de la abuela porque los dos ya no compartían el lecho hacía mucho tiempo. La abuela había colocado la cama enfrentando la ventana de modo que al abrir la puerta del cuarto la cama estaba a la derecha. De madera marrón oscura tenía dos mesitas de luz iguales y con el mismo color. La pared tenía un verdor mezcla de tiempo y falta de luz. Mi abuelo estaba en el cuento de César tendido en la cama muriendo. Imaginé, gracias a mi memoria, la escena desde un lugar que me permitía ver la totalidad del cuarto. La persiana cerrada, la cortina expuesta. El ropero marrón y ondulado guardando ya poco menos que algo y en el centro de la cama mi abuelo, gigante como era, con una musculosa blanca, una que solía

El Amigo Equivocado
Yo tengo un amigo que está equivocado. Muy equivocado. En casi todo. Si hablamos de comida, come mal. Muy mal. Es desordenado. Es de público

Volver a volver
Durante el período de mi vida que fui un viajero la parte que más disfruté fue el retorno. Volver era siempre una alegría sin ningún

Messi y la Mentira
Recientemente, el 25 de octubre, ha sido declarado a nivel mundial el día internacional de la talla corta. La expresión enano ha desaparecido y para