El otro día me encontré en la calle alguien que había amado. De verdad. Tiempos ha, admiré ese ser y fue después que supe amarlo. Tiempos ha, estar cerca de ese ser, me hizo sentirme mejor persona. Me resaltaba. Como si el merodeo de ese ser me mejorara. ¿Puede alguien cerca influirnos para bien de la misma manera que ciertos nos empeoran? Sentía que el tiempo que pasaba cerca era una rutina virtuosa. En aquel tiempo mi tentación era ser visto en esa compañía. Nada más alejado siente el tradicional amante. Yo elegía que otros seres se pregunten, ¿que tiene ese ser para estar al lado de ese otro? Para mí era obvio que los otros veían en ese ser lo mismo que yo. Cuando estábamos juntos me sentía premiado. El otro día, ayer, encontré ese ser y vino a mi cuerpo una sensación que conocía. Me refiero a recordarme de un bello modo. ¿Era igual lo que ahora sentía? Al verlo recordé ciertos momentos felices, ¿los más felices de mi vida? ¿He vuelto a reír de esa manera? Todo esto que pongo en palabras erizó mi piel al, de pronto, tener ese ser frente a mí en una vereda cualquiera. Por azar. Enfocándolo sentí el impulso de nombrar esos momentos compartidos. Volver atrás. Relatar. Recordar. Algo me llevó a aproximarme y tratar de hacerlo. Inicié un sutil movimiento muscular en mi rostro. Una alarma me hizo advertir que tal vez la cadena de sucesos que podía enumerar no tendrían para ese ser el mismo orden. Fue entonces que tuve que ponerme en su lugar.
El tiempo reinventa el pasado. Volví al foco y hablé lento, pero fuerte. Fuerte de palabras. De adjetivos. Algo me dijo que debía ser breve. Hice una ceremonia prolija, igual pero mejor a los tiempos en que nos frecuentábamos. El ser se mostró de una manera que no era nueva pero no era mi preferida. Ya no me miraba como alguna vez me había mirado. Encontrar un ser, antes, amado, en una calle cualquiera, en un lugar insólito, en un tiempo distante es una tentación. ¿Podríamos haber seguido. próximos? Aborté esos interrogantes. El diálogo pudo no ser obvio. Fui tentado a mostrarme sincero. Encuentro esa tentación en cualquier lado. Hubo un hueco. Un silencio donde no pasó nada. ¿Fue mejor? El encuentro duró muy segundos. Al retirarme comenzó a suceder otra cosa que no puedo compartir con nadie que me conozca. Agradecí tener piernas. Evité mirar atrás mientras me relataba un informe del camino que yo mismo había tomado. Haber visto ese ser después de tanto ungió mi alma quien estirándose rehizo camino. Fui andando hasta ahora, hasta esta parte del mundo. Estoy detenido. Observar mi entorno me obliga a recordar. ¿Acaso algo de lo que me rodea hoy y amo se perderá de aquí a poco? ¿Acaso yo he tenido con alguien el rol protagónico inverso al que ahora relato? ¿Fui amado, de algún modo, tiempos ha, por alguien y al encontrarlo por acaso no sentí nada que me haga detenerme y reencontrarlo?
16 respuestas
Disfruto siempre y mucho llegar a tu espacio web y leer tus textos con cada vez más calidad y contundencia literaria con atino al escoger la historia que nos muestras y compartes… hermosa experiencia pese a lo complejo que resulte el exponer rosas de memorias de un pasado vivido en amor al contexto de lo que es hoy solo escombro espinoso de pétalos sin flor.
Franklin. Me alegra saber que en el paisito alguien como tú se detiene a leerme y encuentra esos adjetivos en lo que hago. Pensaba hoy que este ejercicio que sostengo me ayuda a entablar un diálogo invisible con algunos seres y que eso mantiene mi potencia de vivir
Que bueno es leerte, porque el leernos nos permite llenarnos de razones, para lo que sea, por eso «…ya no miraba como alguna vez miraba», me suelta una pequeña sonrisa y a la vez una una diminuta nostalgia, porque ¿quién no ha vivido ese amor de antes que regresa en el momento menos esperado y nos hace sonrojar porque los recuerdos afloran de todos los colores en el rostro, uyy. Por eso, «agradecí tener piernas» para salir en pleno vuelo porque las piernas fueron alas que me llevaron a otros mundos. Ese ser, me miró de repente y sentí que mi mundo creaba sentido. Sí, es una sensación de tener premio. ¿y qué? Por eso, mejor rio y rio, leyendo este nuevo relato, me sumerjo en cada imagen que parece tan cercana, tan palpable; y mi sonrisa me lleva a escribir.
Hola Olga, gracias especiales a esa sonrisa que te llevò a escribir
A la velocidad a la que el tiempo pasa lo increíble y hermoso es que nada borra lo esencial. Lindo recuerdo, nunca es triste lo que nos habita, un abrazo Sergio!
abrazo Carlita
Gracias Sergio por reconfortarnos el alma cuando abris una rendija de la tuya para que nos llegue tu tibieza. Abrazo
querido Ale, te leo y escucho tu voz.
Hola! Qué bueno es leerte cada semana, Sergio. Tal vez ante esto te preguntes ¡Ah mirá vos, me lee y raramente me hizo una devolución! Y así es, solo una vez te puse un comentario. Es que me cuesta ser breve, con un sólo «qué bueno» parece vacío de contenido o peor, una frase por compromiso. Te aclaro que esto último nunca lo haría. Abrazo! Quizás le encuentre la vuelta y seré breve. Cariños.
Susana, gracias, por tomarte el tiempo para que yo sepa que lees cada semana. Deba poco voy construyendo una geografia de rostros con las personas que me leen. Te espero algun dia por aca, de nuevo
Siempre un gigante…
Daqui parece todo do mesmo tamanho
Sergio, querido, vos conoces la historia, porque de alguna parte fuiste protagonista. Conoci a esa muchacha, nos enamoramos, la embaraze, tuvimos un hijo, ya estabamos separados, murio, nos distanciamos, volvivimos a ser completos extranjeros, y no habian pasado ni 12 meses. Lo que no pueden hacer los planetas ni tampoco los electrones, acercarse y alejarse, nos toca a nosotros.
nos toca…
Qué fuerte el pasado, lo que vivimos y hoy de alguna manera reescribimos para nosotros mismos y resulta que la literatura nos gana y nos enfrenta. Fuerte vivencia, Sergio. El pasado somos nosotros. El hoy lo toma y lo rehace. Lo moldea y lo alimenta …hasta que vuelve. Je
hasta que vuelve… jejejejejeje