Escritor, cineasta, actor, director, formador

Mi Primer Retiro

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por Sergio Mercurio

No todos viajan del mismo modo, ni por las mismas razones.
Lucio V Mansilla.

Como todos, dejé la niñez el día que me apareció la vergüenza. Muchos años después cuando mi cabeza volvió a colocarse en mi cuerpo algo intempestivo me llevó a irme: dejar mi casa, mi costumbre y mi país.  Encontrar fue la consecuencia del viaje.  Hacía un año  mi novia me dio el libro “Más allá de las islas flotantes” y tenía razón. Al leerlo fui hipnotizado.  La historia del Teatro Odin me parecía fascinante y además tenía que ver conmigo pero estaba en un país frio de Europa. Hasta ese momento el teatro que yo había visto estaba en Buenos Aires, la democracia era nuevita y explotaba la denuncia política y la provocación sexual. Era un teatro demasiado político o demasiado sexual, muy porteño. El teatro que quería hacer tenía que ver con ese libro el político no me interesaba y el sexual me daba vergüenza. La tarde que llegué al pequeño pueblo de Yotala no esperaba nada, en la plaza había un cartel que anunciaba un taller Retiro de Teatro. Supe tiempo después que yo había sido el único que había llegado allí por ese cartel. Crucé el río y  golpeé las manos en el teatro de los Andes no tenía idea de las consecuencias de aquello. Nos recibió un muchacho que nos mostró toda la estancia, la cocina,  huerta,  biblioteca, habitaciones, capilla, espacios de taller, y el salón para hacer teatro. Mientras paseábamos por la estancia desde donde se veía el pueblo y dónde el cielo tomaba cuenta de los pájaros el libro de Eugenio Barba se me apareció en el pensamiento. Estábamos finalizando la visita cuando Gonzalo explicó que el director había formado parte del grupo…(ta-tan-ta-tan) Odin de Dinamarca. Entonces ahí me di cuenta que acaba de llegar en Bolivia al lugar que quería llegar en Dinamarca. Estaba encontrando una huella. Ahí fui conociendo a cada uno de los integrantes del teatro y fue cuando llegó Cesar que dijo la palabra mágica: Trueque. Trueque era una palabra que abundaba en el libro que me había encantado. El trueque consistía en llegar a una comunicad y hacer un trueque cultural. Cada una de las partes le compartía al otro lo que hacía. Al otro día yo saqué a Bobi,  jugué y ellos hicieron música, danzaron y después no hubo

después, hubo un hoy que hasta cierto punto sigue hasta ahora, porque ese lugar, esa finca, es también mi lugar. Lo primero que me hicieron saber fue que en eseión solo aparecía si trabajaban, por eso desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche, hacían arte. Una campana  llamaba a desayunar, a almorzar y cenar. El resto era crear. Todo el día. Esos días que pasé en ese taller junto a unas treinta personas modificaron mi expectativa de vida. Hasta ese momento cualquier labor creativa era una actividad que se realizaba después de trabajar, allí comprobé algo maravilloso: existían seres que todos los días y todo el día hacían lo que más querían y ese era su trabajo. Yo viví eso y desde ese momento supe de que iba a trabajar el resto de mi vida. Eso sucedió hace 30 años. Desde entonces trabajo de lo que quiero todos los días. Tuve suerte, tengo suerte y la ayudo todos los días creando. Después de ese taller me invitaron a vivir con ellos y allí me quedé más de un año. Fue un año maravilloso. Dejé El teatro de los Andes y me quedé latinoamericando y creando, el teatro de los andes me enseñó a tener confianza y darle tiempo. A perder la vergüenza. Desde ese entonces no solo he hecho teatro, he hecho películas, libros, he creado un periódico, he dirigido obras de teatro, de danza, de humor, he hecho podcast he hecho investigaciones he compuesto músicas y no me importa el nombre que tendrá la actividad que mi curiosidad me llevé. En un momento Rosi me estimuló a que comparta lo que había aprendido en mi trayectoria. Lo hago desde hace 15 años y se llama Taller Retiro, 5 principios para un comienzo; en busca de una propia poética. Yo no tengo un espacio físico para recibir a quienes viajan para encontrarse, no tengo el coraje de tenerlo, pero cada año invento 7 días para crear el espacio que alguna vez el teatro de los andes creo para mí. No es igual a aquella experiencia que viví pero tiene el espíritu de lo que sentí. Me gustaría que las vergüenzas caigan y al finalizar la experiencia todos vuelvan crezcamos con certeza de ser un poco más niños que nunca.  Cuando eso sucede, siento que estoy pagando mi deuda.

3 respuestas

  1. Muy bueno Sergio cuando volves a esa escencia.
    Siento ,percibo lo que te paso y es buenísimo lo que haces y como aprendí con vos de solo mirarte…
    Un abrazo amigo…
    Vos no se si te acordás cuando te invite a un asado ,muy abundante como es mi escencia, yo estaba escuchando a Fandermole, Oración del remanso, y cro que ahí pensaste – este es distinto.
    Y desde allí SOS mi amigo, un abrazo .

    1. ya sé de antemano que vos me vas a decir que miento. Dejando ese de lado. La realidad es que hoy pensé en ese asado con vos. no ese exactamente sino el de claypole. QUé momento!!!!! eso si era esencia!!! Hoy te lo juro bien temprano pensé que me invitabas un asado. Yo creo que no tenes salida

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