Escritor, cineasta, actor, director, formador

O Una Tortuga

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por Sergio Mercurio

Tener 60 años es símbolo de vejez salvo que seas un árbol. O una tortuga.

Mi madre pasó esa edad hace más de 20 años.

Y se le nota.

Los tres seres humanos que ayer a la noche entraron a su casa y le taparon la boca mientras dormía, también reconocían esas diferencias. Sabían que mi madre no era una tortuga. O un árbol.

Eran tres seres humanos. de menos de 60 años, símbolo de vejez, salvo que seas un árbol.

O una tortuga.

El viernes pasado mientras el fuego se acercaba a la conclusión asada en carne, le compartí a Ale mi hipótesis. Para llegar apenas a once versos, Borges debe haber escrito cincuenta. O cien. Había discernido que la bondad o la maldad no logran nada. Y no merecían un poema. No sé el tamaño de su ceguera en ese entonces. Concluyó que iba a dedicarle un poema a las acciones de quienes sostienen el mundo, mientras descartaba versos, mientras sintetizaba, reunía y potenciaba se quedó con once.

Con barbijos, guantes negros y encapuchados, la golpearon con la mano cerrada en la espalda mientras la sarandeaban, le pusieron una toalla en la cabeza y le volcaron agua, la cortaron con un cuchillo de cocina mientras mi madre los invitaba a que estuviesen tranquilos.

Robaron con el mismo esmero todos sus ahorros como una campera del tío Carlos, un celular que no andaba, los televisores, chucherías y un hornito de morondanga. Creado en morondanga y vendido en una empresa de electrodomésticos que hace muchas ofertas. Con un cuchillo de la cocina le cortaron el dedo para ver si era verdad si tenía diabetes y se moría. Pero no se murió porque no tiene diabetes. La que tenía diabetes era mi abuela que en esa cama nunca fue despierta por tres seres humanos en medio de la noche. Los jóvenes sacaron absolutamente todas las cosas que guardaban los roperos y los tiraron sobre la cama mojada donde antes le practicaron, según sus palabras, el submarino. El submarino fue un inventó que permitió deambular por el fondo del océano sin ahogarse, cosas que pueden hacer las tortugas marinas tranquilamente mucho antes de la vejez.

Borges decidió entonces de que iba a escribir. Y escribió en su mente o en papel, cerca de cien enumeraciones poéticas concretas y poco a poco fue pasando las ideas por su colador. Pudo, en su exquisita mente, advertir palabras o frases que se repetían o eran vecinas. Juntó algunas y en un proceso larguísimo adviritó que solo necesitaba once. Leer el poema Los Justos no demora más de un minuto, pero se puede estar toda vida con el dando vueltas. Lo pienso desde el año 98, hace exactamente 25 años. Si alguien puede saber que algo sucedió hace 25 años, es muy posible que sea viejo o se acerque a ese estar, salvo que sea un árbol o una tortuga.

Mi tía pasó los 60 hace rato. Hace 50 que no gobierna su lado izquierdo fruto de un derrame cerebral. Los jóvenes que le taparon la boca mientras dormía en la pieza de al lado de mi madre, también la maltrataron.

Los seres humanos jóvenes se fueron repletos de lo que buscaban. Se llevaron todo y solo dejaron algo como intercambio: miedo.

Se fueron con un montón de dinero y bienes para disfrutar su juventud. El que les hablaba del otro lado del celular sabía que estaban teniendo una noche perfecta.

La primera vez que me leyeron el poema de Borges me quedó, apenas, la imagen de dos personas jugando al ajedrez en una plaza. Solo eso.

Dice Horacio que yo tengo que asumir, de una vez por todas, que siento un tiempo antes lo que vendrá. Que mi labor es que el ego no me traicione.

Con menos ego aprendería a vivir mejor los momentos tristes, que ya sé, que están viniendo. Es mi ego que quiere dominar el destino implacable que mi espíritu percibió de antemano. El desánimo con la humanidad toda se me había instalado de una manera muy clara. Le dije a Dado “no creo en nada”. Eso me pasa desde hace mucho, me respondió.

Me hermano grita desde mi puerta, yo salto desnudo de la cama y corro descalzo. En la puerta de la casa de mi madre ella y su hermana parecen dos niñas. Están esperando que algo llegue. Que algo parecido a nosotros llegue. Tienen una especie de batón. Mi madre se sostiene la mano herida con la otra mano herida. Los dos corremos a abrazarla mientras vemos la sangre que mancha su vestido de dormir. En ese momento visita mi corazón y mi mente reproducir la maldad. Multiplicarla.

Hace cinco días tuve la clara sensación de que todo, todo, todo, todo, no tenía razón de ser. Que no sé si podré volver a encontrar el sentido que ha tenido vivir. En medio de ese sin sentido volví a leer el poema de Borges. Hay un verso, le dije a Ale, que me emociona mucho y no puedo recordarlo. Por eso le escribí un correo cuya asunto titulaba “ Esto me emociona”.

El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

Leí este verso unos días antes de que tres seres humanos, a simple vista: malos, a simple vista jóvenes, se escurrieran por la parte de atrás a la casa de mi madre. Ahora no me queda nada. El mundo se me acaba. Solo un poema advierte lo contrario. O tratar de ser un árbol. O una tortuga.

14 respuestas

  1. «Difícil andar estos tiempos, traer un hijo a la tierra, más de amor puro un segundo, vale más que cualquier guerra.»
    Para los momentos sin salud ni alegría, no sé si hay verso que alcance. Pero sí, abrazos y amistad

  2. Abrazo muy fuerte a las dos queridas. Por la reparación de los días, todo nuestro amor para ellas.

  3. Es inexplicable el dolor que siento al leer tu texto, tu crónica del horroroso ser que puede ser el ser humano. Pero tambien el maravilloso ser que puede ser, como ese que escribió el poema Los Justos.Y tantos otros. Vi a tu mamá una sola vez y me dijo cosas bonitas que no merezco, siempre la recordé aunque no la volví a ver, un ser tierno, inocente. No se entiende la maldad, no hay que entenderla porque no se puede. Sï se puede hacer un acto de bien hoy para que tu mamá sane pronto, para que pueda ella y su dulce hermana puedan olvidar, si es posible. S´e que es posible. Hagamos actos de amor, hoy. Practiquemos esa posibilidad de salvar a alguien a la distancia, haciendo que un acto bello le llegue. Hoy no puedo hablar de literatura, pero esto que escribiste es un homenaje de comprensión a la historia que nos toca vivir.

  4. Ay…Sergio!!! Cuánta maldad! Hace rato que no entiendo. No me acuerdo el poema de Borges, ahora voy a leerlo…
    Me duelen tu mamá y Moni. No es justo! Ellas pensaron un mundo más bueno, un país al menos y eso está tan lejos…
    Te abrazo! Les abrazo a todos!!! Entiendo la bronca y la desesperanza. Syl

  5. Querido Sergio,
    Siempre tu ser y tus textos son oasis en este mundo lleno de espacios incomprensibles.
    Te agradezco mucho a tiempo que te abrazo y deseo que el amor, si el amor, ayude a superar momentos tan llenos de desánimo.
    No todos somos tan buenos para sintetizar o para repetir tortuga y árbol con tanta fuerza ✨

  6. Lo leí y me preguntaba si era verdad…o solo un cuento macabro. Los comentarios ya no me dejan dudar. Es las dos cosas! Y no alcanzan las metáforas ni Borges para suavizar tanto horror. Un abrazo querido Maestro!

  7. Qué desazón! Tengo la imagen bella de la Elvira q conocí cdo ella -ni yo-teníamos 60, intacta la tengo. No puedo imaginar la impotencia ante esa situación. La confianza? El sentido de vivir? La esperanza en la humanidad? Todo eso parece devastado… es un esfuerzo buscarlo en una cada día, cada rato. A mi mamá hace años le hicieron “el cuento del tío” en su casa y ella, hasta le convidó un té a quien se llevó todos los ahorros q ella guardaba en su casa, q eran de mi hermano. No la golpearon, conversaron amablemente y sin embrago mi mamá aún llora con angustia y culpa… como si ella fuera la responsable de la pérdida económica de mi hno. “¿Cómo me pudieron engañar así?” Repite, asumiendo q debería haber sido hostil y desconfiada. Que la amabilidad y la confianza “estaba mal”. Imagino el terror de haber sentido el despojo en la violencia sobre el propio cuerpo de la mamá y la tía. No tengo poemas ni palabras ni recursos para pensar, decir, acompañar. No hay nada para “eso” q vivieron, no estarán x ahí las respuestas a la angustia y la desazón. Pero ¡querido Sergio! Está Dado, están las hijas, está la familia, estoy, estás, están todas estas personas q te leemos, está tu gente q te sigue en tus creaciones, ¡está el amor! Es ahí donde el sentido del vivir nos encontrará en la lucha. Tal vez, no se, no sea ya x “el hombre nuevo” como soñábamos alguna vez. Tal vez, sea apenas x no querer dejar ser humanos; ni permitir q nos obliguen a ello. El abrazo más grande para esas dos mujeres. Y para vos.

  8. Je pense à vous
    je me souviens de la maison de ta maman et de ta tante – du petit jardin élégant et soigné – avec quelques carillons qui ajoutaient une mélodie douce à la chaleur de l’atmosphère
    J’ai beaucoup aimé découvrir ce poème de Borges – je ne le connaissais pas avant ton avant-dernière chronique
    Je peux toujours le comprendre : ici, le gouvernement vient de forcer l’application d’une réforme très violente et la colère nous environne. Ce type de réforme va engendrer tellement de violence…
    Il faut trouver des espaces de soin, des espaces d’entraide, des espaces de résistance
    ou nous allons mourir
    de violences exacerbées
    démultipliées
    continues…

  9. Sergio: Te abrazo con cariño. Las abrazo a ellas. Duele tu relato, indigna, inquieta..

  10. Sin salud, sin alegría. Un gran abrazo Sergio. La impotencia es gigante. Más estar sentipensantes permita que venga la calma…

  11. Dejé pasar unos días después de leer tu relato, aturdido y confundido. Ficción o realidad ?No puedo escribir. Abrazo fuerte.

Se agradece compartir

Escritura
Sergio Mercurio

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