Escritor, cineasta, actor, director, formador

El tesoro después de las brujas

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por Sergio Mercurio

Le pegué una bruta piña.  Él no la esperaba. Yo creo que ningún padre espera que su hijo lo golpee. Yo sé que confesar esto puede llevarme a la cárcel. No me importa. Me lo merezco. Voy a explicarlo mejor. Cuando mi padre me hizo esa seña tan particular en dónde daba a entender que creía en las brujas fui poseído. ¿Fue Dios? Un rayo se apoderó de mi cuerpo y antes de poder pensar le estaba golpeando la cara con el puño cerrado. Mi padre se desmayó antes de caer al piso. Según el médico que lo trató en el hospital eso lo había salvado, porque cayó suavemente. Si hubiera estado consciente o hubiera quedado duro, por ahí caía de nuca y el golpe lo mataba. Cuando cayó al piso corrí a atenderlo, y llamé a la ambulancia.  El enfermero me preguntó que había pasado y le dije la verdad. A todos. Nadie me creyó. Solo la policía. Cuando llegó el gordo de azul me preguntó lo que le había pasado y le conté que lo había golpeado. El tipo dejó la bolsa de Mc Donalds sobre la cama y  estaba sacando las esposas cuando mi viejo se despertó y le dijo que no lo haga. ¿Quién me va a cuidar? El policía se limpió las manos con la manta. ¿Me ve cara de sirvienta? Yo hago cumplir la ley. Este energúmeno confesó y lo voy a meter tras las rejas y va a salir bien reformadito y con amigos nuevos. Mi papá me defendió. Este energúmeno quiere dejarme solo e irse a hacer llamadas amenazadoras desde la cárcel para robar plata cuando bien lo podía hacer vendiendo autos para la Renault. Te quedas a cuidar a tu viejo, pedazo de pelotudo. Mi papá se despertó y no hizo ningún comentario con respecto a la piña. Ya estoy bien. Vámonos. Escaparse del hospital fue tal cual como sucede en las series. Y en la vida real, solo te escapas si no tenés obra social. Como sucede en las series en la calle nos amigamos y yo me sinceré.Te pegué  por la misma razón que vos me pegaste. Fue un correctivo. Apenas le dije eso mi padre corrió hacia su cuarto y volvió en calzones con una especie de cuenco del que salía humo y con una pluma en la cabeza. Comenzó un canto chamánico agudo, mientras salticaba. Acá no hay brujas, papi. Vos te olvidas de las cosas y lo peor es que yo también me olvido. No es el caso de mamá que se vive acordando de todas las cosas que vivió y las cuenta, las cuenta, las cuenta, hasta que le exigimos que se calle. Papá vos sos Cartesiano, no lo sabés porque tu simpatía marxista te hizo evitar leer a mi amigo francés pero Descartes tenía razón. Te voy a decir algo y quiero que dejes de mirar para los costados porque no hay ninguna bruja. ¿Y la lamparita? Esa lamparita anda mal, cambiala. Ya la cambié varias veces, son ellas. Pará de comprar lámparas led en oferta. Estaba por continuar con mi discurso pero me di cuenta que habíamos retrocedido 30 años. Escuchame. Yo quiero saber si lo que me pasa lo heredé y quiero saber si vos también lo heredaste. Respondeme rápido. Dejá de buscar brujas. ¿Al abuelo le pasaban estas cosas? Espera un poquito, voy a cambiarme, no puedo hablar de mi padre en calzoncillos, con una pluma y un objeto para saumar. 

Lo que sucedió allí fue un verdadero encuentro entre un padre y un hijo. Coloco esta frase porque me he dado cuenta que hay frases que son entendidas por cada uno según la autoestima y la propia relación que ha hecho con su padre. Hay frases que son perfectas para no decir nada. Esta es una, lo repito, lo que sucedió allí fue un verdadero encuentro entre padre e hijo.

Vamos al garage, me dijo, al llegar una lona que alguna vez debió haber sido blanca tapaba algo que supe de entrada que era. El volksvagen estaba intacto. Si alguna vez haces lo que yo hice, sacale la batería. Eso es el secreto, los coches se guardan sin batería. Y es la misma regla que con el pescado. Le pregunté a que se refería pero no le dio importancia porque gritó “lo heredé” Lo heredé. Papí se olvidaba de todo. Una vez ganó un juicio. Era mucha guita. Te estoy diciendo mucha guita. Nunca supo dónde la escondió. Nadie supo. Se olvidó. Tenemos que encontrarla. Vamos, es nuestra oportunidad.Papí, nosotros vivimos en Argentina. Un peso argentino hace veinte años valía un dolar ahora vale 0,003. Vos te podes imaginar lo que puede valer la guita que ganó el abuelo en el 55.  Antes de morirse tu abuelo me dijo “donde cayó el rayo, y creció el nogal”. Ahora me doy cuenta. Se acordó. La guita está al pie del nogal. Entendés, justo cuando se iba a morir se acordó.

Es nuestra oportunidad de ser ricos. Papí, no me estás escuchando la plata no va a valar nada. El que no está escuchando sos vos. Vamos a ser ricos. Escuchá como arranca. El volksvagen roncó firme y al igual en el 73 no falló, dejamos el portón abierto y doblamos arando, para tratar de hacer los 300 kilómetros que nos separaban de la casa de mi abuelo. Ahora que me decís, estoy preocupado. Yo pensé que se refería al valor de la plata pero el estaba preocupado por otra cosa. Hace años que no tengo la VTV. Escuchame, escuchame bien. Cuando cobró el juició Alcides lo convenció que tenía que comprar oro. Fuimos juntos, me acuerdo perfectamente que compramos monedas de oro. No eran un cofre, pero eran muchas y cuando te digo muchas te digo realmente muchas. Solo que, como algunos chantas sabían la guita que había ganado nos pusimos deacuerdo. Lo más lógico era que él la guarde en un lugar que nadie sepa. Entonces metió las monedas en una bolsa azul, se subió al Siam y se fue a Chivilcoy. Nosotros lo dejamos ir y en realidad nunca le preguntamos hasta que fue demasiado tarde. Vos sabes que nosotros siempre fuimos medio boludos para la guita. El día que me dijo lo del nogal me di cuenta que hablaba del oro, que había enterrado las monedas en el patio de su casa, pero vos no te imaginas el kilombo que son los trámites con la casa de sepelios. Vos todavía no conoces a todos los soretes que hay en el mundo. Esperá que me muera y vas a ver. Fue tanto la malasangre que me olvidé. Además en Chivilcoy se empezó a decir que él anduvo regalando guita entonces al final pensamos que la había reventado. Pero ahora que estoy frente a vos estoy seguro. El oro está enterrado en el patio. Rayo se refiere al nombre del perro. Lo sé porque yo lo enterré con él en la parte de atrás del nogal. Somos ricos. Yo sé donde está el oro. Hay que desenterrarlo. Lo que sucedió fue exactamente igual que en las series, estábamos en el patio de la casa de mi abuelo y los nuevos dueños no percibieron que estábamos haciendo un hoyo. En un momento la pala hizo un ruido metálico. Mi papá prendió una linterna que como en toda película funcionaba bien y entonces vi claramente la bolsa azul.  Mi papá comenzó a saltar y a gritar de felicidad. Me acordé, me acordé, me acordé. Gritaba. Yo lo abracé por la misma razón que las familias se abrazan cuando se dan cuenta que son ricos y que habrá que repartirlo. La gente de la casa prendió la luz del patio y nosotros salimos corriendo con la bolsa azul que repetía el repiqueteo metálico que hace el oro al golpearse. Subimos al auto y arrancamos a toda velocidad. Todo vuelve hijo. Todo vuelve. Yo abrí la bolsa para ver el oro y me acordé entonces una historia. Como teníamos 300 kilómetros de regreso, me pareció oportuno contársela a mitad de camino. Y así lo hice. Me había acordado de repente algo. El día que le robaron la casa a mis abuelos. Nos avisaron los vecinos. Mi mamá y yo fuimos. La puerta estaba abierta y había algunas cosas tiradas. Desde la puerta yo grité “abuela” y esperé la respuesta. No sé porque razón me imaginé que iba a estar atada en una silla en el baño. Cuando fui entrando descubrimos que no había nada. Solo estaba abierto el ropero y un cajón especifico, el tercero estaba tirado sobre la cama. Mi mamá que sabía perfectamente que yo tenía acceso a todas las cosas de la casa me preguntó que había en ese cajón y obviamente yo lo sabía. Era habitual que abriera el ropero y sacara las cosas que usaba en el tercer cajón estaban guardadas las bolitas. Mis bolitas. Eran cientas. De todos los colores, de todos los tamaños. Era un tesoro. A veces abría el ropero y sacaba todas las bolitas y las miraba. Tenía bolones increíbles. Yo sabía todos las combinaciones que pueden hacerse en una esfera de vidrio porque tenía aquello. Revisamos toda la casa y por más que yo tenía 10 años le pude decir a mi mamá que lo único que se habían llevado eran las bolitas. Eran unos rateros, dijo mi vieja, mostrando la plata que estaba en el cuarto cajón, lo que no entiendo es porque se llevaron las bolitas. En ese momento entró Doña Angulina que confirmó que los rateros se habían llevado las joyas. A la noche cuando mi abuela volvió nos reímos porque los rateros habían sido tan bobos que no se dieron cuenta que las joyas que se habían llevado eran mis bolitas. Por qué me contás esto, dijo mi viejo. Bueno, porque las bolitas estaban en una bolsa azul como ésta y es probable que en la casa hubiera dos bolsas azules. En ésta están mis bolitas. Las recuperamos. Esta situación fue perfecta para terminar con un ateo porque mi padre por vez primera en su vida iba a nombrar al señor. Me cago en Dios, dijo.

15 respuestas

  1. Aujourd’hui (ça m’est arrivé avant), le traducteur en ligne Deepl que j’aime beaucoup parce que je trouve ses traductions de qualité m’a frustrée, je n’ai pas compris grand chose à part une certaine énergie qui se dégage du texte. J’ai quand même compris la fin, je crois…! C’est étonnant comme, des fois, ça fonctionne, et d’autres : le résultat est vraiment étrange… !

  2. Muy bueno. Las bolitas de vidrio, japonesas, un tesoro de niñez. Muy lindo Sergio.

  3. Lindo conto Sergio! Emocionante sequencia do anterior, das ‘bruxas’. Me ocorreu algo curioso: fiquei a imaginar quais costumes poderiam nos fazer seguir associando riqueza a dinheiro e deus a um velho barbudo castigador… mesmo já completando um quarto do século XXI! Alegria lê-lo, amigo.

  4. Emocionante relato. La lectura es un placer. Vamos descubriendo rincones de la fantasía con matices posible de una realidad deformada por la imaginación fecunda del autor. Jugar así no es fácil pero se ha logrado con acierto un más que interesante relato, no es novedad del autor que ha sabido encontrar desde hace mucho tiempo una veta del humor muy específica. La imaginación se apodera de sitios y personajes que actúan personas reales y allí comienzan a dispararse en actitudes posibles, dramáticas, jocosas. Y nos hacen creer en la verosimilitud de esas acciones. En este caso en particular hay u n par de acciones que escapan a ese concepto de veracidad posible, la primera es la del padre ateo que solo se acuerda de mencionar a Dios cuando va al baño y la segunda , la menos creíble es la actitud del gordo uniformado que abandone una bolsa gastronómica en una cama. aunque sea solo por un rato.. Es como si abandonara una caja de pizza en un banco d la plaza.Eso no es creíble ni materia de la fantasía.

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