Escritor, cineasta, actor, director, formador

La Vacas Gordas

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por Sergio Mercurio

Leni contaba chistes, tenía una cara siempre alegre y sabía de memoria no sé cuantos chistes, le dedicaban un momento especial solo para él y nada más que para él. Todo risa en la foto donde está feliz con la camisa abierta y esa cara que tienen los hombres jóvenes, cuando son jóvenes y cuando tienen una mujer hermosa y una casa y un futuro y además. Leni contaba chistes y no había nadie que no riera. Era la época de la felicidad total y todos estaban ahí y seguirían juntos y se hacia tarde y los chicos andaban por abajo de la mesa, con juguetes importados lindos-lindos.

Algunos se escondían en los cuartos, apagaban la luz y se reían de nervios y desesperación y adivinaban un mundo que se iba a venir, se mostraban las partes íntimas inaugurando mientras en otro lado los padres reían. Tenían camisas blancas, de cuellos blancos, pantalones oscuros de línea exacta, ellas tenían el pelo en casco y pintura en la cara, un color violáceo sobre los ojos, unos ojos suaves no sé si de vino, champam u otra novedad. En ese ambiente Leni contaba chistes

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y pasaba la comida y más comida y vino y todos sabían algo, todos sabían de algo, tenían gustos raros o se los inventaban porque vivían en su propio futuro. Todos los fines de semana, un día al menos se reunían y comían, reían, y brindaban y la vida parecía que realmente se expresaba en esos encuentros. Eterna la vida. No había nada que pudiera acabar con lo que tenían. Rizo era serio y se reía con una voz de tenor, bajo, o bajo, alto, o barítono. Era narigón. No sé si eso influía porque cuando se reía retumbaba, Rizo estudiaba canto o decía que estudiaba o no sé. Él hablaba menos, pero también tenía su mujer rubia y su mujer rubia tenia un tipo alto que era un narigón con voz de tenor. Eso ya lo dije. Rizo era importante, pero uno más, porque todos cantaban, la gente canta cuando tiene plata, la gente silba cuando tiene plata, la gente parece que va a ser feliz cuando tiene plata

La gente cuando tiene plata parece que definitivamente va a ser feliz por el resto de la vida. Más si, como ellos, un grupo con la misma cantidad de plata y edad. Se compraron la casa o se la hicieron, un aparato para pasar discos y una puerta diferente con un picaporte raro, la televisión a colores de distinta marca. Era importante en ese momento los bafles que uno tenía y como era la época de la abundancia, todos miraban lo que el otro tenía y preferían no comprar cosas iguales. La plata te da la posibilidad de ser distinto. Nadie tenía que pensar en mañana.

¿Cuándo fue que Leni contó el último chiste para todos?

Nadie se acuerda.

4 respuestas

  1. En cuanto al relato de hoy no voy a comentarlo, con sinceridad, me acerqué a su lectura y no pude ar ticular una línea, un fuerte y penetrante olor a rancio hizo que tuviera que alejarme de allí. Esto no es un chiste, ni excusa para tomarlo a risa.

  2. Un título extraordinario. Las vacas gordas es la excusa de los imbéciles. Un tema hermoso,y una forma hermosa de decirlo sin decirlo ¿no?. Me encanta que en el título esté la clave final y después indefectiblemente, las vacas flacas. «Tenía una mujer rubia y su mujer rubia tenía un tipo narigón que era tenor…»
    Un coro de voces y de feroz puñalada a la fauna humana. Arltiano hasta la médula.

    1. Este tiempo nos provoca a ser un ensayo de nuestro propio epitafio dos veces por segundo. Es un desafio no escribir para agradar, o para mostrarse sonriente. Encontre este tecto entre mis escritos viejos. Y me pareció que tenía algo escondido entre lo que se muestra. Creo que este tiempo de exibicionismo brata es igual. Ojala un dia nos de verguenza la cara decpelotudos que teníamos posando

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