Escritor, cineasta, actor, director, formador

Las Diferentes caras del Dado

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por Sergio Mercurio

Las grandes pelotudeces que hice en mi vida- N 5

Los esperanzados dicen que otro mundo es posible, yo, que viví el milenio pasado se que otro mundo fue posible. En ese tiempo tengo un amigo que esconde su identidad en un apodo que lo dice todo: Dado. El siempre tiene un plan para que nos vayamos de vacaciones. Toca Calafate, Como siempre, él averigua, junta, hace relaciones públicas, pone la cara. Yo voy y de vez en cuando y acepto, a lo sumo propongo alguna pelotudez mínima. Tenemos 18 años y llegamos a Calafate. Vamos al correo, me dice y yo voy. Nos dan un papelito para un telegrama. Casi se termina el viaje ahí. El telegrama era el papá de twiter, tenías que poner algunos caracteres o pagabas una fortuna por una letras de más. Pienso como contar que estamos bien y le propongo la siguiente frase: «Estamos muertos, manden paracaídas». Me río y lo miró seguro de que él se reirá, en mi imaginario vamos a hacer algo que ponga contentos a nuestros padres, van a saber que estamos divirtiéndonos. Dado pone una cara de un número que no conozco, me mira y me dice que esa frase es un peligro, ya que se lo pueden creer. Lo miro sumiso y arriesgo: Los muertos no mandan telegramas. ¿Y el paracaídas para qué es?, me retruca serio. Yo he bajado la guardia y susurro Es otro chiste, pero sobre todos para usar las letras gratis. No, mi papá se lo puede creer. Yo pierdo. Y gana lo que parecería ser la conciencia, los buenos actos, la corrección. Un Dado que sale siempre en el número correcto. ¿Sabes qué, Indio? me dice, ( en ese momento era políticamente correcto decirle a otro Indio . Ahora también, cuatro mapuches no van a lograr un cambio en el lenguaje porque no tienen fuerza para tanto) Sigo. En Calafate hicimos todo lo que sé podía hacer en ese entonces, acampar frente al Perito Moreno, ir al Glaciar Upsala, acampar en Bahía Onelli luego de firmar una declaración que nos hacíamos cargo de nuestra muerte, escapar del camping sin pagar, dormir en una panadería y sobre todo después de haber recibido gratis 3 docenas de facturas y calentarlas hacer el concierto de pedos más maravilloso que escuchó la Patagonia Argentina. Nosotros, me dice entre gas y gas, tendríamos que conocer El Chaltén, es el lugar más increíble de acá, pero no hay micro y la excursión es carísima. A mi me da todo lo mismo. Solo muevo la cabeza aceptando. Vamos a un bar nocturno donde unos guías cantan canciones y confiesan que la mayoría de las excursiones al Chaltén son en vanos porque unas nubes lo tapan. Ellos se ríen de los que van a El Chaltén. Estoy por poner en duda nuestro destino pero nací para dejarme llevar por Dado, es mejor, es cómodo, además me ahorra mucho, porque yo me caracterizo por ser sospechoso, me paro delante de un almacén y llaman a la cana. Es así: parezco un indio. Soy el antecesor de los jóvenes de gorrita.

Las posibilidades de ir al Chaltén en el año 85 eran nulas, había que tener auto o mucha plata, entonces Dado, que entonces no había decidido qué hacer de su vida, y que equivocó su destino porque había nacido para estafar a todo el mundo, y que todos se queden contentos, se paró en la estación de servicio y se tomó 45 segundos para conseguir quien nos lleve. Había una camioneta verde que tenia la parte de atrás cerrada y me hizo con la mano que me aleje sabiendo que mi sola presencia iba a destruir su plan. Se bajó una mujer de 300 kilos y él le habló, como todo el resto del mundo: la gorda agachó la cabeza y aceptó. Me señaló, fui y escuché la pregunta ¿Saben algo de mecánica? Entonces vino mi parte. Sí. Bueno, dijo la gorda (gorda se puede decir hasta que los obesos del mundo nos caguen bien a palos en una plaza) bueno, la cosa es que Dado me golpeó la espalda y al otro día salimos para el Chaltén en un camino que literalmente atravesaba el desierto. La imagen era peor que Paris Texas, la gorda hizo solo una parada y dijo las palabras mágicas: Pónganle agua a la batería. Hay en una caja, atrás. Yo lo miré sin saber que estábamos por jugarnos el viaje. Entonces él me escrutó como diciendo no vayas a hacer una cagada, Dejame a mí. Abrió el capot y fue atrás con una urgencia innecesaria, sacó un sachet de algo, y regresó. Yo lo miraba pero veía que lo molestaba, creo que en el fondo no le gustaban los indios, estaba conmigo para ser políticamente correcto. La cosa es que sacó esos coronchos amarillos de la batería y a todo velocidad empezó a poner el líquido. En honor a Namuncurá y a todos los que murieron por hablar ante un maldito blanco digo que le dije «Esa agua está oscura». El no me hizo caso, tiró el sachet al medio del desierto patagónico (se podía, en ese momento el fin del mundo estaba lejísimo). Y ahí nomás la gorda que hasta ese momento no me había dirigido la palabra me dijo, vos negrito, querés unos caramelos, El negrito aceptó y comió contento mientras la conversación entre blanquitos sucedía, pero fue el negrito que vio un rato después como desde el capot salía lentamente un humito que se uso columna que hubiera podido ser la señal de la victoria del indio sobre el blanco, pero no fue así porque la gorda giró y me manoteo el caramelo. No hizo lo mismo con Dado a quien le había comprado un chocolate. ¿Qué hiciste- me dijo a mí- no pusieron agua? Abra el capot, le dijo Dado velozmente y salimos del coche. El paisaje era pintoresco, un líquido marrón viscoso salía de la batería. Dado hizo otro gesto y se abrió la puerta trasera donde volvió a agarrar el mismo sachet. Creí oportuno decirle que había vuelto a agarrar un sachet que decía : liquid… No te metas, que la vas a cagar -me dijo. El «de frenos» no lo escuchó, solo abrió, con la boca, el sachet y se le quedó colgando del labio un pedazo de dulce de leche de petróleo. Lo sorbió y por fin se dio cuenta que no era agua. Ahí tuvimos el ataqué. Claro que pueden pensar que el que se ataco de risa fui yo. Pero no es así, voy a desenmascarar al maldito. Dado se empezó a cagar de la risa, mientras escupía la mielcita de petróleo, corrió hacía la parte trasera del coche y finalmente encontró un sachet transparente que contenía agua. Como había tres. Los abrió y los apretaba contra la batería con la esperanza que los chorros de agua saquen el líquido de freno de la batería. Yo estaba absorto, el me ordene que entre al auto callado. Cuando la gorda vio mi cara calculó dejarme en el medio del desierto e irse con Dado al Chaltén, pero el coche no arrancó. Finalmente, gracias a Dios, porque Dios existía en el milenio pasado, el falcón arrancó y en un silencio de miedo vimos de lejos El Chaltén. A pocos metros del destino, el coche se despidió de la existencia en la tierra, pensando en ser autopartes. Fue ahí que a la gorda la agarró un ataque de locura por lo que yo había hecho. Me puteó de arriba abajo y le dijo a Dado que piense con quien se juntaba. Salimos corriendo con las mochilas, tal vez la memoria me traicione pero mientras corríamos giré la cabeza y vi que le mandaba un beso a Dado.
Puedo no contar todas las pelotudeces que este individuo me hizo hacer, pero no puedo obviar el regreso. Estábamos en el campamento Base lleno de andinistas, que esperaban un momento sin viento para tratar de salir a hacer cumbre cuando me miró y me dijo, vamos a volver a dedo hasta la puerta de nuestras casa. El asunto es así; mucha gente piensa que hacer dedo es pararse aun lado de la ruta y mover el pulgar , pero yo tuve un maestro diferente. Dado no hacía nada. Pasaba caminando y querían llevarlo. Dijo mañana volvemos, yo moví la cabeza, hicimos las mochilas él un almacén a comprar un sanguche y pronunció en voz alta lo que me había dicho y un tipo con un semiremolque nos llamó y nos dijo que iba a buscar una topadora y que nos llevaba hasta Ezeiza. Subimos. Claro que Dado tiene distintos números. Todo no fue fácil. A la media hora pinchó y se quedó en medio de la ruta con nosotros en la parte de atrás del semi, esperanza auxilio. Dejamos el tipo que iba a Ezeiza que se arreglara solo y llegamos con un movimiento de dedo de Dado a una estación de servicio en Luis Piedra Buena.

Nos dormimos en el piso del lado de una fila de camiones, hasta que empezó a amanecer. 300 camiones así que era posible que hasta yo mismo consiguiera que nos llevaran. No pude hablar. Dado habló con el primer camionero que solo llegaba hasta Comodoro Rivadavia y que llevaba uno. Dado me miró y pensó que en el futuro iba a desaparecer el telegrama iba a venir Twiter y yo iba a seguir esperando que alguien me lleve entonces dijo anda vos. En un rato te alcanzo.Bueno subí vos Gerónimo, me dijo. Yo subí y antes de hablar en el idioma del Huinca, Escuché al chofer, en Comodoro hay dos estaciones de Servicio la del kilometros 3 o la del kilómetro 10, en cual te bajas?. Yo que sé, Bueno, si lo vas a esperar bajate en kilómetro 3, Bueno le dije, Entonces lo miró a Dado, Listo en kilómetro 3 hay una estación de servicio ahi lo dejo, nos vemos.
El viaje fue rápido, Llegué todavía temprano a la estación de servicio. y poco a poco empecé a hacer contactos con los locales.
Fui a comprar agua y galletitas y finalmente todos sabían mi historia, estaba esperando a mi amigo que estaba haciendo dedo a 400 kilometros y por primera vez en la vida habia tenido mala suerte. En las siguientes dos horas de espera vi pasar 7500 camiones, todos con mochileros que cebaban mate, lo que me hizo suponer que mi amigo estaba en peligro, porque no era posible que nadie lo haya querido traer. Estuve 7 horas parado en el mismo lugar, Mi unica separacion habia sido comprar agua y galletitas entonces ya totalmente podrido del viento, de inventar canciones, de jugar al tinenti y ver pasar el tiempo. Conociendo la caracteristica de Dado me dije, si voy a mear justo y llega se va a volver loco, mejor me aguanto. Pero bueno, como saben todos los que están en cuarentena, la flexibilidad es lo que caga todo. Entonces me paré cerca del que atendía y me empece a hacer amigo con la idea de dos cosas, primero que me deje ir a mear al baño y la otra que si veía bajar un ser encantador de un camion le diga que yo ya volvía. A la noche, Todos me conocían, como yo contaba buenos chistes llamaron a unos amigos y conté durante dos horas ininterrumpidas chistes, A nadie se le ocurrió que podía pasarle algo, es decir una ruta, un solo camino ida y vuelta, dos estaciones de servicio, no había como no encontrarse. Quien tiene la carpa me preguntaron, yo tenía la mitad de modo que no había manera de resolverlo. A las 10 30 de la noche empezó a oscurecer. Los 2 empleados me conocían y estaban dispuestos a no dejarme que me congelara mirando la ruta. y me hicieron entrar al negocio hasta que a las 3 de la mañana uno me dijo que hacia un año estaban cuidando un coche y que podía meterme en el asiento trasero a dormir. Debía calcular que iba a agarrar un colectivo de mañana y que seguro iba a llegar ahí al otro día a las 11.Lo que no me dijeron es que en el auto también dormían 2 perros. Pero bueno, me quedé pensando que podría haber pasado y finalmente dormite un rato hasta que vi la luz del amanecer, salude a los empleados y ya avisados ellos me dispuse a dar una vuelta por comodoro y conocer. Conocí un par de cosas y finalmente volví a la estación de servicio, mi casa. A las tres de la tarde ya había confianza entre nosotros así que empece a encargarme del surtidor número dos, Ponía nafta, limpiaba vidrios y cobraba. Por cuestiones de experiencia no miraba nada del coche,Como me torné en alguien de absolutamente confianza los camioneros preguntaban por mí y mas de uno me dijo que me vuelva con ellos a Buenos Aires y que despues le diga a mi amigo que hubo un desencuentro. Cuando la tarde empezó a pasar me di cuenta que lo estaba esprando hacía un día y medio. Entonces querian llevarme A la tarde, atendía el quiosco y empecé a pasar mas tiempo en la estación de servicio que mirando la ruta. Como todos saben el pueblo patagónico es confiante entonces todos me aseguraban que era imposible que nadie lo haya levantado, Que esta sería la primera vez en la historia que alguien no era levantada. Yo tengo culpa, porque yo en vez de pensar cualquier otra cosa pensé, Viste Dado que no tenés abiertas todas las puertas del mundo. Yo me subí al camión y te dejé mi maldición, La maldición de la desconfianza. Ahora nadie confía en vos. Vas a llegar diciéndome, Casi no llego, no sé que me pasó, me siento vos, soy un indio judío. Esa noche, me bañe con una lata y todos los vecinos que ya se habían enterado que había un tarado que contaba chistes esperando a un amigo, decidieron hacer un chivito y escuchar mis chistes mientras yo podía en cualquier momento suspenderlos y subir a un camión con mi amigo. Fue una reunión increible y subió mi autoestima. Uno de los asistentes me dijo que si mi amigo no llegaba el podía llevarme a conocer su famlia si yo le contaba una hora de chistes y que por ahí podían poner un cartel y que el me invitaba a la casa. Al otro día a la mañana vino el dueño de la estación de servicio a ofrecerme el puesto de encargado porque desde que se habían enterado de mis chistes la gente no quería ir a la otra estación de servicio. Yo miré al tipo y le dije que lo iba a pensar. Le hice una seña a los muchachos de la estación y me fui a dar una vuelta y llamar por telefono a mi vieja. Le quería contar lo que me había pasado, me habían ofrecido trabajo por contar chistes. Yo no podía creerlo. LLamé, mi mamá se puso feliz de escucharme, Entonces le expliqué y casi se pone a llorar pensando en que iba a manejar una estacion de servicio en Comodoro Rivadavia. La tranquilice, No voy a aceptar, mami. Estoy esperando a Dado, llega y me vuelve. Ahí se hizo un silencio que aun recuerdo, es el silencio que se hizo en nueva York antes que el avion se coma el edificio. Mi mamá me dijo, ¿A quién esperas? Dado está en la casa hace dos días. Yo hice el silencio igual antes que estalle el segundo avión, No te entiendo le dije, que me dijiste. Te digo que Dado est{a en su casa hace dos días que se vino en avión. Yo no se que hice, en ese momento. No me acuerdo, solo sé llegué a escuchar que lo habían traído gratis en un avión. Que el reverendo hijo de una….GPT. no solo me había dejado plantado sino que había inaugurado el dedo en avión y lo había logrado. Ahí me transforme en un hilo de furia. Tenia dos posibilidades intentar hacer dedo en avión y después tomar de rehén al piloto y estrellarlo Sobre su maldito departamento de Lanús. o, o,o, otra cosa. Hice otra cosa. Llegué a la estación de servicio y el dueño me estaba esperando, le dije que me volvía. Entonces los tres salieron a abrazarme, llamaron a los vecinos y entre todos pararon un camión que ni siquiera quería cargar nafta y lo obligaron a que me lleve. Lo último que recuerdo es quince personas saludando mientras yo preparaba como iba a matar a ese hdp. El camionero me escuchó la que me había pasado y me contó cosas mucho peores así que me dejó no se donde. Estuve varado otro día y si bien podía haber vuelto en colectivo me propuse cumplir mi palabra, al otro día vi bajar desde un puente el semiremolque que iba a Ezeiza. y le hice señas Si existe algún ser humano que hizo una pelotudez parecida lo respeto. Si nunca han hecho nada parecido llámenlo a Bernardo. Yo aqui termino victorioso el desafio del maldito Mariano Krasmanski que siempre me hace hacer pelotudeces que al menos terminan bien, Salud Y alegría

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