Durante el período de mi vida que fui un viajero la parte que más disfruté fue el retorno. Volver era siempre una alegría sin ningún desafío. Volver era ponerme contento. La razón era simple. Siempre fui un miedoso. Por lo tanto el regreso disponía mi cuerpo y mi espíritu al reencuentro con seres que estaban esperándome y que conocía, algo muy tranquilo. Descubrir el placer y la necesidad del regreso me obligó a la contrario. Uno no puede disfrutar el regreso eternamente. No había ningún placer en regresar y quedarse. El placer de regresar era limitado
por lo tanto demoré un tiempo para descubrir que para tener un disfrute más continuo debería irme. Irme fue la condición sinequanon para tener más de un regreso. A lo largo de mi viaje regresé constantemente. Puede, quien lee, imaginar que había apenas un regreso y ese era el lugar original de partida. De ninguna manera. El gran descubrimiento de mi vida ha sido la construcción del estar. Fue estar quizás mi virtud. Mi viaje ha sido un andar despacio, quedarse mucho y volver. El estar me garantizó no volver apenas al lugar de origen sino volver a casi todos lados. De volver a Curitiba se trata este relato.
Volver a Curitiba es uno de los placeres más grandes que me ha dado mi viaje. Estoy bajando la escalera de la biblioteca pública de Paraná. Conozco esta biblioteca por culpa de Clovis. Porque fue él el culpable de infinitas recorridas a pie por toda la ciudad desde las horas tempranas hasta las trasnoches. Hemos caminado juntos muchas horas. Casi siempre para encontrar personas. Fue él quien me llevó caminando hacia la sede del MST el movimiento sin tierra pero también fue el quien me llevó a la biblioteca pública donde ahora estoy por estrenar mi último espectáculo y me encuentro una mujer que sube se detiene sonriente y me abraza. Curitiba es para los brasileños un lugar de habitantes fríos y distantes. Hubo un chiste que circuló durante la pandemia y era este. Los curitibanos están tensos por la orden de mantener un metro de distancia social desean fervientemente que vuelva la normalidad para volver a los dos metros. Siempre que escuché esto fue de la voz de un curitibano. Los curitibanos son personas que se ríen de sí mismos. Tal vez por eso me siento en casa entre ellos. Relato esto para agregar que la mujer que me esta abrazando sonriente lo esta haciendo por primera vez. Ha dicho mi nombre y ha agregado que al haberse enterado que voy a presentar un nuevo espectáculo la ha inundado de alegría porque sabe que cualquiera de mis trabajos la llenan de emoción. Sabe, me dice, porque ha visto mis trabajos hace muchísimos años y los recuerda perfectamente de un modo que le pasa con poca cosa. Me explica entonces mi espectáculo viejos, agrega que lo vió en el año 2010 y va relatando uno a uno los personajes que parece estar viendo mientras yo observo sus ojos claros. De pronto hace silencio y me dice que “Viejos de mi…” el último que vio, es diferente a todos porque ese es incapaz de relatarlo.
Dice entonces que el solo hecho de nombrar algún suceso del espectáculo la hace llorar. Yo bajo un escalón, para quedarme a su altura y entonces ella dice que esa historia de dos amigos… Y no puede continuar más porque está llorando y vuelve a abrazarme. Yo estoy con los nervios del estreno que se me acaban de ir porque estoy llorando en una escalera frente a una mujer que no conozco. Si pienso en llorar frente a una mujer que no conozco tengo que hablar de Efigenia. La reina de los papeles de caramelo es la única persona que ocupa una historia de mi libro De Banfield a México. Y es la mujer que me hizo llorar en público y delante de mucha gente por lo que me había dicho. Es también la protagonista de mi primera película documental. Y es más allá de esto un ser que a lo largo de 25 años ha, con su actitud marcado mi camino, mi viaje y en muchos aspectos me ha enseñado cosas que aun procuro aprender. El año pasado cuando por primera vez se abrió Brasil, vine a la ciudad y fui a visitarla a la casa de uno de sus hijos, había cumplido 90 años. Pasé poco más de una hora con ella y ese tiempo fue de una intensidad alucinante. En el comienzo de este año, mi amiga Edith me llamó para avisarme que Efigenia estaba en internada en estado grave. Me sugirió que envíe un audio despidiéndome. Comencé a grabar un audio y terminé llorando. Después de eso no quise preguntarle a nadie sobre su destino. Eso fue en febrero. En Setiembre volví a Bolivia a la casa de mi amigo Juampa con quien hicimos O FILME DA RAINHA y fue el día de mi presentación en La Paz que encontré en internet una foto de Efigenia festejando sus 92 años. Al verla comencé a reír. La vieja me había vuelto a sorprender. Estaba viva. No pude dejar de imaginar a ella escuchando mi audio lloroso.
Una vez que estreno Livro-me voy reencontrándome con mis amigos de Curitiba. Son pocos para un joven y son muchos para un tipo de mi edad. Cada uno de ellos ha compartido conmigo experiencias de todo tipo, hay algo que los une. He vivido un largo tiempo en sus casas. Marisia fue quien enfrentó a la policía cuando entre a su casa con uno de ellos. Clodoaldo me ha llevado a recorrer Brasil con mi trabajo. Con Luis recuerdo historias que causan risa. Y con Edith pura música. La música que ha hecho y sigue haciendo para las cosas que creo. Voy al encuentro de Fabio, con quien hemos creado Livro-me. Nos abrazamos. Aquí nos hemos conocido cuando era un joven. Decidimos el estreno estreno en Curitiba porque a los dos nos une esta ciudad, por eso vino de Sao Paolo a hacerlo. Los que se han emocionado saben que este trabajo es el fruto de nuestro encuentro.
Al finalizar el estreno vamos todos a comer juntos João pregunta por la escenografía. Le ha encantado el cactus que se va transformando en muchas cosas hasta convertirse en biblioteca. ¿Quién lo imaginó? Le digo que he sido yo y entonces afirma. Sos brasileño, Sergio. Has colocado la imagen inequívoca del sertão brasileño. Has colocado un mandacarú.
Dice eso y suena en mi mente la música de Chico César. La que escuchábamos con Juampa y Pablo mientras filmábamos la película de Efigenia. Ahora que he estrenado y me queda un tiempo voy averiguar dónde está. Quiero verla. Efigenía esta en un asilo. No está tan bien como me lo imagino. Voy tratando de conseguir informaciones hasta que llego a la más crucial. Esta grave y se han limitado las visitas a sus familiares. Entro en contacto con uno de sus hijas y una mujer que esta acompañándola y me pregunta hasta cuando me quedo. Me explica que las órdenes del asilo son estrictas. Le digo entonces que quiero enviarle un audio y se lo envío. Al otro día las puertas de la burocracia se han abierto. Tengo solo un escollo debo haberme dado las 3 dosis contra el Covid y debo tener el certificado. Ahí me doy cuenta que no sabía porque razón traje el certificado del COVID. Estoy llegando al asilo público de Curitiba. Es un predio maravilloso. Resaltan los árboles, los pisos de madera, la construcción impecable, el cuidado de las enfermeras. Efigenia está internada en la enfermería a razón de su estado. La veo y río. Está más pequeña de lo que he vuelto a ver la última vez. Ella dice mi nombre y al acercarme dirá los nombres de mis hijas.
Día del estreno. Un señor del público se acerca a Fabio para expresarse
Ahora sí he vuelto. Volví a volver. Esto es volver. No hay nada más hermoso en la vida que volver a dónde uno es conocido, es querido, es esperado. Estoy tomado por la emoción del reencuentro con seres que me conforman, que me recuerdan quien he sido, y por lo tanto, quien debo ser. Porque esto es indiscutible: si uno vuelve y encuentra
personas que se alegran de verlo, evidentemente uno debe seguir siendo quien ha sido. Uno debe seguir tratando de saber quien uno es sin olvidar quien ha sido. Ha aumentado mi potencia de vivir por haber vuelto a Curitiba. Llegó la hora de irme. Tengo que encontrar otro lugar para volver.
12 respuestas
Volver a volver. Impresionante tautología. Abrazo.
me sorprende tu conocimiento. ¿Qué es una tautología?
Bonjour Sergio !
Merci pour ton partage de ta manière de vivre les retours !
J’en ai une expérience très différente, voire opposée : les retours m’angoissent. Non parce qu’il n’y aurait personne ou aucun souvenir avec lesquels renouer mais parce qu’à chaque fois, je fais cette expérience perturbante, si ce n’est douloureuse, de ne plus savoir où je suis, ce que j’ai pu vivre et comment vivre là où j’ai pu atterrir : une sorte de froissement de l’espace-temps… Cet état de confusion dure généralement plusieurs jours. En revanche, partir a toujours été exaltant – même si je sais que je traverserai ce moment délicat à postériori.
Hola Aurelie. Cada uno de nosotros es un mundo!
q
adorei tomar café com usted na casa da Dinah, vc tomou chá, mas tudo bem, Vou acompanhar teus diários. Volte logo!
Obrigado adela
Aquí siempre tenés un lugar para volver! Estamos listos para el abrazo, sabemos quién sos y sabemos que siempre serás quién dejó sembrado un «árbol de la montaña» en la llanura más llana de La Pampa.
Finalmente pude ler teu escrito da sexta-feira, dia 3 de novembro. Nossos e mails estavam desintonizados, parece que agora fizeram as pazes. Foi um prazer imenso te conhecer embora já tenhas passado muitas vezes por aqui. Perdi o Livro-me, mas ganhei uma amigo. Vou ver Efigenia novamente no próximo domingo junto com Michelle, a amiga que falta ver a Mestra do Papel. Quando aos «retornos», tema deste belo texto, concordo plenamente que só se pode retornar para casa se tivermos saído. Se ficamos sempre no mesmo lugar não teremos o prazer de retornar. Os pássaro, salvo os presos nas gaiolas, saem dos ninhos para ver novas paisagens, mas voltam antes do anoitecer. Volver, Retourner, Go Back, Ritornare., Todos os seres precisam ir e vir. Faz parte do movimento humano. Volte sempre.
Obrigado Dinha!
Obrigado por tua disposicao e carinho para entrar a ver essa rainha
E por te convidado um cafe cheio de detalhes
Tamos juntos!
obrigado Querida
Espero que vuelvas a México y poder saludarte.
en estos momentos se esta decidiendo en España una manera muy tranquila de volver a Mexico