Escritor, cineasta, actor, director, formador

El Orgullo del Roçador.

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por Sergio Mercurio

¿Te ha generado una incógnita el título? Estoy sospechando eso. Roçador, Rosador, rozador. Quién es el rozador.  Qué es un rozador. Acaso es alguien que que pasa suave al lado de los otros?. Es un acariciador. La palabra roçador la escuché por primera vez el otro día. En el escenario. Mientras estaba haciendo el espectáculo Viejos. El profesor, uno de mis personajes, le preguntó a un hombre que había subido al escenario, si había encontrado un trabajo que se aproximara a su corazón, el hombre sonriente, de pelo rubio largo, dijo que sí y levantando la pera dijo orgulloso: soy roçador. Me quedé perplejo, ¿cómo era posible que después de tantos años atravesando Brasil, aprendiendo portugués, leyendo y escribiendo en ese idioma, jamás alguien hubiera pronunciado esa palabra. Lo primero que me vino a la mente era que se relacionaba con roça. La roça es el nombre que se le da en Brasil al campo cuando es trabajado. ¿Cómo era posible que mi suegro, que era un campesino nunca se haya referido a él mismo de esa manera? ¿Cómo era posible que en todos los tiempos que pasé en la casa de ellos, viendo desfilar campesinos que venían a conversar y tomar mate luego de la labor diaria jamás  hubieran dicho esa palabra?  Claro que recordaba a mi suegro decir que se iba a la roça, lo escribo y lo escucho en mi mente. Están presentes todas las veces que escuché a campesinos, no me refiero a sojeros ricos y mucho menos a la llamada bancada ruralistas que como en Argentina son los  señores feudales de este tiempo; me refiero a las personas cuyo pequeña porción de tierra apenas si les permite llegar a fin de año trabajando absolutamente todos los días,  ya que los animales no saben de domingo. Para tener leche, hay que sacarla todos los días y si las vacas no lo saben, no existe el domingo para quien ordeña, El hombre que el profesor eligió para conversar en el escenario delante de unas 300 personas se llamaba Delclides y tenía un fuerte acento italiano. Era lo más parecido a un encantador encantado. Como todo fluía naturalmente, me permití susurrarle al profesor que indague en la naturaleza del rozador, el profesor preguntó amorosamente y entonces sucedió esto: Delclides se entusiasmó al explicar que el trabajaba con plantas, que las podaba con cierta esperanza y que ese acto guardaba la expectativa de hacer algo bello, tal vez un paisaje y que su empeño era en jamas tocar los brotes para que florecieran. Dijo también que rozar era una labor hermosa y  que al hacerlo se sentía parte de todo. Mientras Delclides habló la 300 personas de la platea lo escucharon y sentí que había emocionado profundamente a todos. Los emocionó el orgullo de su simpleza, la profundidad de su emoción. El espectáculo terminó con la alegría de este hombre enérgico que con su actitud había rozado el corazón de toda la platea.  Quiero ser más claro. El teatro en general es un espacio muy restricto. Los que allí asisten se parecen en general son una clase media un poco progresista. El teatro no es un lugar que eligen los campesinos. Puede haber en el teatro representación de campesinos, para incluso respetarlos pero en nuestra sociedad ser campesino no da orgullo Cuando uno le pregunta a un campesino de que trabaja puede decir: Trabajo en la roça, o puede decir que trabaja en el campo y si de casualidad fue tomado por cierto progresismo puede decir que es un pequeño agricultor. No quiero exagerar pero nadie se infla el pecho y dice; Soy un Rozador. Es como si alguien en la Argentina recogiera cartones en la calle llevando un carro inmenso y se permitiera decir con orgullo: soy cartonero.

Hasta donde tengo memoria en la Argentina solo hubo un cartonero que fue de esa manera, se llamaba Rafael Crisanto Baez uno que vio al boxeador más conocido de la historia Argentina lanzar a su mujer desde un balcón para matarla. Recuerdo el momento en que una turba de periodistas lo ridiculizaba en la tv. Estaba solo en el centro mientras todos los realizados preguntas capciosas y lo ridiculizaba por la forma en la que hablaba. Al escucharlo algo me hizo creerle. Sentí tanta vergüenza por lo que los periodistas hacían por él, por como ridiculizaban al pobre que no lo dudé y un tiempo después me interne en una villa miseria en Mar del Plata para buscarlo y apenas decirle que le creía. Me invitó a pasar a su casa y tomamos mate en su pieza.. Fue en ese momento que cambié todos mis ídolos y referentes y empecé a divulgar que yo seguía los preceptos del cartonero. Eso pasó hace mas de 30 años pero algunos aun recuerdan que mi identificación era verdadera. Baez había dicho: Seré Cartonero pero quiero justicia. Era una manera de decir, no importa a que te dedicas puedes estar en este mundo.  Los dichos de Baez llevaron a prisión a Monzón que ademas era su ídolo. Esto no es menor. Cuando entré al rancho de Baez, esa piecita donde el vivía, pude comprobar que era verdad lo que había informado. Carlos Monzón había sido su Idolo y tenia un poster suyo en la pared de su cama. No sé como vinculé esto. Escribo sin leer. Estoy en Curitiba. Al terminar el espectáculo la pregunta de los que me esperaron era obvia. ¿De dónde había salido el rozador.? Dije apenas lo que había visto. Cuando el profesor se acercó a la platea a buscar a alguien del público una muchacha señalaba insistentemente a la persona que estaba a su lado y que era su padre. El profesor lo llamó porque la muchacha señalaba a Delclides. Después sucedió lo que a veces sucede en el teatro. Eso solo puede suceder una vez y nunca más. Un día después de aquello todo seguía resonando. Un amigo me paró en la calle. Si yo no hubiera visto tu espectáculo otras veces, estaría seguro que esa persona que subió estaba planeado. Abrió los ojos y señaló. A pasos largos subiendo la calle y con un paraguaz, Delclides se acercaba. Me separé del grupo para que me vea, al enfocarme su cara se ensanchó en risa nos abrazamos golpeándonos el cuerpo. Pero que cosa maravillosa, encontrar al espíritu del profesor, ayer yo viví un día maravilloso. Yo estaba siendo encantado por lo que los espíritus hacían cuando de pronto vi la posibilidad de ser parte del encantamiento. Entrar dentro de la magia. No lo dude, di el paso y entre a la magia. Lo hice.  Después me enteré que mi hija me había señalado. Delclides me contó un montón de cosas que no recuerdo, solo sé que nos golpeábamos el cuerpo. No creo que haya sido algo proposital, me golpeaba el pecho, yo la espalda. Reímos y al golpearnos reìmos más, finalmente nos abrazamos muy fuerte. Dijo que estaba pensando en la posibilidad de sacarse una foto conmigo y con Rosi ya que especulaba  guardar el dibujo que el profesor le había hecho junto a una foto con sus espíritus. Antes de irse habló bajito. Hay otra cosa que también amo ademas de ser un roçador. Me quedé callado. Iba a revelar algo que seguramente sería tan sorprendente como lo primero. Mi silencio llegó a molestarme. Le vi los ojos verdes iluminados. Miraba para el horizonte, finalmente giró la cabeza.  Eso se lo voy  a decir al profesor, la próxima vez que lo vea. 






EPíLOGO: Edith me dice que no cree que haya encontrado a Euclides en la calle, que eso es demasiado. Mario, suele decir que lo que escribo no puede ser verdad. La mayoría de las personas que el martes fueron a ver el espectáculo afirman que yo conozco a Delclides y que todo estaba planeado. Antes eso me preocupaba. Hoy no. Hoy he aprendido: este tiempo es un maestro. Todo este tiempo real que nos muestra su cara: miente. La verdad es mentira. Lo que les hace ruido a ciertos amigos y a ciertas personas que me asisten es que mis mentiras, las que hago en el teatro, y las que escribo son tan improbables que estan seguros que están mintiendo. Para mi ya ha pasado la tentación de afirmar que mi mentira es verdad.

6 respuestas

  1. Que emocionante el relato , y sabes que ( lo llevo a otro ámbito), en un tiempo molestaba que a los de River nos digan gallinas, hasta que lo asumimos y decimos con orgullo » vamos gallina de mi corazón».
    Este hombre entendió todo, no pasó por la parte de sentir vergüenza, directamente paso a tener orgullo…
    Y eso escasea amigo….

  2. Hola, yo sí te creo, porque sé que siempre tenés tu sensibilidad a flor de piel, gracias por el relato, me hizo emocionar

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