El día que vi el dibujo del hombre de las cavernas arrastrando por los pelos hacia su gruta a una mujer supe exactamente de lo que se trataba. Hoy trato de encontrarlo en internet pero no es posible, ese paradigma forma parte del pasado, un pasado que viví de cerca, y que vi al menos una veintena de veces, con detalles diferentes. Sin gruta, pero lo mismo. Sé que voy a generar escozor con esto, pero ese salvajismo me atrapaba, lo veía sin participar. ¿Está tipificado en el código de contravenciones que es obligatorio intervenir si uno ve un salvajismo? ¿Si tiene siete años? Conozco muchos seres que añoran el pasado. No pueden parar de hablar de la añoranza. Qué lindo es recordar. Es curioso comprobar que muchos vieron esto que relato, y por más que los veo a menudo no hablan de ello. En mi recuerdo están los manotazos, las manos firmes, la presión del cuerpo tirando y resistiendo, el pelo, los gritos desesperados de ella arrastrándose mientras pataleaba con la intención de poder incorporarse, girarse y defenderse. Pero no podía. El odio se veía. Se odiaban, y se necesitaban.
El pelo largo, lo sabía la policía de la dictadura, era perfecto para atrapar a alguien, tomándolo de allí, se lo podía arrastrar sin ningún problema. Cuando lo veía yo me preguntaba, como es posible que el pelo, yo pensaba en uno, débil, finito y largo, pudiera arrastrar un ser gigante sin salirse de la cabeza. Pero así sucedía. La explicación es que el pelo es un metáfora de los ricos, uno no es nada pero si se juntan son invencibles. La guerra duró años hasta que ella decidió irse. Se fue con su familia. Nunca se habló al respecto pero los que tenemos añoranzas del barrio sabemos que terminaron empatadas.
Nadie sabía por qué se peleaban, sabíamos que en un momento una de ellas le tocaba el timbre a la otra, la otra salía y en menos de 2 minutos estaban a los tortazos. El cachetazo retumba en la pampa de una manera espectacular, la mano abierta sobre la cara de mujer en tarde de verano, suena como yo lo recuerdo. No es paf, es más pats. La madre de Miguelito era medio petisa pero no se acobardaba, le pegaba a la de Toscano hacia arriba. La de Toscano todavía no frecuentaba los testigos de Jehová y no predicaba el fin del mundo. En ese tiempo profesaba y ejercía la guerra. A veces tenía los ruleros recién puestos, pero dejaba el cigarrillo, empujaba la petisa para la vereda y la sacaba a sopapos, hasta que la petisa caía de culo en la vereda llevándose a la flaca también a las baldosas. Ahí empezaban las tardes de box en el barrio. La de Toscano era Nicolino Loche, y la de Miguelito Ray Sugar Leonar.
Algunos de nosotros mirábamos, a no más de 5 metros, todos, menos sus hijos. Solo una vez alguien quiso separarlas. Don Atilio quiso meterse y no se sabe cual de las dos le metió un codazo con tanta mala suerte que quebró sus anteojos y un vidrio puntudo se le incrustó en la retina dejándolo ciego de un ojo. El viejo quedó lleno de sangre mientras la de Toscano la llevaba arrastrando a su vecina cavernícola. El Chino dijo que eso era fútbol, que en un partido vos tenés que avanzar con la pelota sin importarte si el que quedó lesionado era tu primo. Algunos se rieron, yo lo miré hasta que me miró y bajé la vista. El Chino me daba miedo.
¿Hay que arrastrar a alguien cuarenta metros? Hay que ser fuerte. O tener adrenalina. Lo que le cambió la perfomance fue que un día, la de Miguelito en la puerta de su casa se levantó y le sacó los ruleros de un sopapo y ahí nomás le agarró del pelo y la arrastró de vuelta Fue emocionante, una fue arrrastada para allá y la otra volvía arrastrada, Que espectacular que era el pasado. ¡Qué añoranza! y ¡Qué grande la petisa! Ver a alguien chiquita, arrastrando esa bandera fue algo para aplaudir. Aplaudan dijo El Chino y todos aplaudimos. Finalmente el verano del 79 quedaron empatadas, El Chino llevaba la cuenta. Después la madre de Miguelito dejó el barrio. Y solo veía peleas en casa.
5 respuestas
Muy bueno Sergio! Hablando de añoranzas, me recordo que de chica se decia que las peleas entre mujeres eran peores que las de los hombres. Somos bravas! Gracias!
En estas nunca se metio mas nadie, cuenta don atilio
Muy bueno, parece un capítulo de una novela sobre el barrio. Abrazos Sergio, a vos y a las chicas.
Muy bueno Sergio. Parece un capítulo de una novela sobre «el barrio». Abrazos a vos y a las chicas.
He escrito tanto sobre el barrio que a veces me parece rarísimo seguir acordándome cosas. Recibo tu abrazo Chapin y te envío otro de vuelta