Escritor, cineasta, actor, director, formador

La Amenaza China

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

Los yanquis avisaron. Los Chinos van a conquistar el mundo. Si algo no puedo procesar dentro del discurso de la amenaza china es que siempre que hablan de esa amenaza imagino a la pareja que atiende el super de la esquina.  Ellos son una amenaza solo para el super grande de la otra cuadra. No cierran nunca. Atienden de 9 a 9 todos los días, pase lo que pase. Además, no tienen frio en los pies, atienden en chancletas y, lo que es más raro de todo, viven en un cuartito de morondanga, donde reciben su familia y crían sus hijos. Su vida se compone de 9 a 9 cuartito de 9 a 9 super.  Trabajan, trabajan y trabajan y de vez en cuando cogen porque la mujer cada dos años está embarazada. A los 5 años desaparecen y vienen otros iguales que cuando tienen confianza dicen esta verdad “lo agentinos, todos vagos”.

En el super de mi esquina a lo largo de 15 años vinieron 5 parejas. Con uno me hice algo así como amigo. Era simpático, se reía.  Lo desafié a jugar al ping pong. Dijo que sí, pero nunca salió. En cinco años, solo un día, dio una vuelta y se trajo un verdura rara que encontró en una vereda. Entendí que era una buena noticia que el destino me ponga un chino a 30 metros y quise aprovechar para aprender algo y ,quien sabe, ver el cuarto donde dormía. Me dio  curiosidad conocer un poco la historia de China y como todo intelectual que se precie fui en busca de conocimiento en un libro… de historieta. Me compré el primer tomo de UNA VIDA CHINA de Kunwu, un historietista chino profesional, ya de unos  setenta y pocos años, que empezó su vida artística dibujando propaganda para el partido comunista en los cincuenta. 

De niño vivió lo que se conoce en la historia como el “Gran Salto hacia Adelante” y que no es otra cosa que la revolución cultural,  el momento en que Mao se convierte en el autor del mayor best seller de la humanidad escrito por una sola persona: El libro rojo, solo sobrepasada por la Biblia, que fue un trabajo colectivo. En la historieta se muestra y ve como vivían los chinos 50 años atrás y el encanto de Mao quien generó un seguimiento ciego de la población a su liderazgo. En esa época convenció a todos a producir acero para sobrepasar a las grandes potencias  y en su gesta logró quemar todos los árboles del país dejando la tierra estéril, cosa que generó la mayor sequía de la historia. El resultado fue mucho acero y nada de arroz. Para reparar su error Mao se rascó la pelada y tuvo una de las ideas marxistas maoístas más pintorestas de la historia. Identificó que los enemigos de la revolución eran cuatro. Las moscas, los mosquitos, las ratas y los gorriones.  Lúcido. Nadie le puede discutir a un comunista que los mosquitos son una porquería.

Pero Mao, el gran timonel, era un estadista e  hizo el cálculo que lo que comían los gorriones en las plantaciones  equivalía al alimento de 60000 chinos. La población se repartió el trabajo, los más chiquitos se encargaron de las moscas, mosquitos y ratas que ponían en frascos y entregaban al referente comunista local o en las escuelas.  En el caso de los pibes de los colegios secundarios  se dedicaron a los gorriones. La idea fue volverlos locos. Agotarlos. Esta idea sería perfeccionada después por los yanquis contra el general Noriega en Panamá que se había exiliado en una embajada. Le pusieron música a todo lo que da hasta que el tipo no aguantó más y se entregó. No se sabe con ciencia cierta si además del volumen se entregó porque nunca pusieron un tema de Ruben Blades. Hasta ahora los archivos de la CIA no muestran los temas. Volviendo a China los secundarios lograron el objetivo, los gorriones cansados de volar cayeron muertos. Entregaron millones y millones de  carretillas de gorriones.

Debe haber sido una tarea realmente muy difícil porque los gorriones como sabe cualquier argentino se puede hacer el pajarito simpático pero fue la plaga que trajo Sarmiento y que desplazo de las pampas a los zorzales. Solo los zorzales volvieron gracias a la pandemia que también fue otro invento Chino. Bueno, la cosa es que Mao venció. Plantaron entonces lo que iban a comer con la certeza de que la hambruna se iba a acabar. Pero lo que el pelado no sabía, ya que no estaba en EL CAPITAL era que los gorriones además de granos se comían las langostas quienes tuvieron la fiesta más grande de la historia de China. En dos toques acabaron con las plantaciones de todo el país y el programa revolucionario que iba a ayudar a que 60000 sobrevivieran mató de hambre a 30 millones de personas. Más o menos. Por ahí 20 millones o 40 millones. Más allá de este pequeño error de cálculo los chinos siguieron siendo comunistas y actualmente conquistan el mundo como vaticinaron los yanquis haciéndose a sí mismos esclavos. Le mostré el libro a mi chino de la esquina pero no quiso saber nada, al ver ver los carteles comunistas gritaba no sé que cosa y me pedía que me vaya. Solo se tranquilizó cuando volví de las góndolas con un montón de cosas y ahí paso lo de auto matl. Mientras hacia la cuenta le pregunté por qué le tenia rechazo a los comunistas. Me acordé lo que significaba ser comunista en los años 80 en la Argentina.  Era algo suave. Algo así como un tipo sentado con una canasta de mimbre y un cartelito que dice hamburguesas de lentejas  tratando de venderle a alguien, al lado de un parrillón, en un medio de una ruta, donde solo pasan camiones. Ser comunista en esa época iba de ser un intelectual que adoraba a los pobres sin frecuentarlos, hasta simpatizar con ricos que donaban parte de su plusvalía para terminar con la plusvalía que generaban. Ser comunista en los 80 tenía pequeñas variaciones, se podía ser marxista y a veces leninista, otras stalinista, otras guevarista, y algunas pocas maoísta, Pero identificar un comunista era bastante fácil, tenían un universo cultural muy parecido. Los hijos crecían con libros para chicos de una editorial soviética que editaba barato y en español  solo que había que fumarse que Lenin era papá Noel. Los comunistas y su familia escuchaban la misma música, leían los mismos libros, y citaban las mismas frases. Les interesaba el deporte, la ciencia, la educación y el trabajo. Boy Scout con otra Biblia. No hacían daño. Había cursos para ser comunista teórico y práctico y  hasta había revolucionarios profesionales, que eran chabones que tenían un sueldo por ser comunistas. Igual no hacían nada. Si algo los caracterizaba era que eran incapaces de ponerse de acuerdo en algo.

Los comunistas de Argentina eran incapaces de acabar con los gorriones. En los 80 China no estaba tan de moda, por más que Mao ya era una tendencia irreversible en los cuellos de las camisas. Quise explicarle esto pero insistió: comunista no, comunista no. Su actitud casi corta nuestra creciente amistad basada en el libre comercio.

Cuando iba al chino comprara lo que comprara no aceptaba la bolsa. En mi casa igual que en cualquier casa de la Argentina hay tantas pero tantas bolsas de plástico que tenés que tener un recipiente, un espacio y  al menos una bolsa para guardar las bolsas. Cuando  dejé de hablarle del libro volvió a llevarse bien conmigo y lo coronó de esta manera. Había comprado  tres pavadas, unos escarbadientes, una lata de tomate y unas galletitas. Le pagué. Me dio el vuelto y una bolsa. Entonces lo miré mal. Y me dijo Alto- Matl.  Alto- Matl. Para mí fue un detonante que demostró que ahora  tal vez íbamos a empezar a ser amigos. Incliné la cabeza  hacia el costado y adelante como hacen los perros que quieren entender algo muy humano. Entonces el chino se retractó regresando la bolsa a su lugar y riendo.  Vos , no bolsa, me dijo. Claro.  Vos no bolsa:  Alto-Matl. Yo volví a la postura de perro mientras el chino se reía y repetía Alto matl .Alto-Matl. Alto-Matl. Hacía el gesto mirándome riendo y sacando bolsas. Ahí me di cuenta. Era una explicación que era muy pero muy profunda. El chino después de cobrar y cerrar la caja, sacaba bolsa de plástico para los compradores de forma “AUTOMÁTICA”. No lo pensaba era Alto-Matl.  Ahí me reí. El siguió haciendo el gesto Alto- Matl un par de veces más. Antes de que venga la pandemia Alto Matl se volvió a China después de haber conquistado mi corazón.

Terminé el primer tomo del libro y después me compré el 2 y el 3. Es increíble lo que sufrieron y lo preparados que están para no descansar jamás. Si van a conquistarnos tengo la esperanza que acaben con los mosquitos. Solo ellos podrían hacerlo. Nosotros, los argentinos, no nos podemos poner de acuerdo en nada. De hecho ya estamos puteando a Messi, en lo que nos parecemos es en que somos muy permeables a creer cualquier pelotudes. Sobre todo las que inventan los yanquis. No hay que temerle a China. Pertenezco a una generación que escuchamos a nuestra madre pedirnos que vayamos a comprar algo a lo de la gallega o el gallego. Para hoy hacer eso hay que entrar en contacto con una Aerolínea que vaya al Reino de España. Los chinos son parte de nuestra geografìa. Hoy en día, cualquier niña  que necesita algo sabe que lo único que está abierto es el chino, así que se dirigirá a comprar lo que sea de forma Auto-Matl.

16 comentarios

  1. Me cague de la risa ,pero yo pensé que ibas a hablar de Miami y Messi, hace la parte 2….

  2. Genialisimo Maestro, veraz, jocoso, con ritmo y mucha ternura y total soltura.
    Parece cuento chino, pero es gauchismo. Que lindo inicio de viernes Sergio! Auto-matl-icamente genial

      1. Que notición!!!! Cuándo? Dónde te presentas? Te lo organiza Maju Ruiz?

  3. Pobres chinos, gorriones y Messi… La secuencia de la caja es suprema jajaja

  4. Sergio te postularia al premio Nobel, cada viernes me dejas pensando o riendo

  5. El humor atrapa al relato histórico, da gusto la lectura. Contenido histórico del lado de los chinos. Vamos de acuerdo en casi todos. No me gusta el sacrificio de gorriones, yo los quiero, olvido su procedencia, están acriollados desde hace tiempo o acaso los viste trabajar agarrando una pala y trabajar sábados y domingos, nunca. hacen su nido en cualquier huequito que encuentran en un tejado, en un cudradito metálico que se formó en una columna de semáforos, luego juntan unas pajitas lo más cerca posible y ya está. No hacen mal a nadie, son económicos, en lugar de caminar paso a paso van a los saltitos ganando tiempo y ahorrando energías. Y, los chinos tienen sus costumbres, ni peores o mejores que las de nuestros vecinos del norte, me quedo con nuestros propios pecados, tal vez con el tiempo mejoremos.

  6. Excelente Sergio, como siempre un gran placer de leerte. Y bravo por el premio que te otorgaron te lo mereces. Un abrazo.

Se agradece compartir

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