Escritor, cineasta, actor, director, formador

Volvete a Boliva

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

Llegué a La Paz unas semanas después que el maldito Scaloni.y sus dirigidos le demostraron al mundo que las dificultades de jugar al futbol en la altura era apenas un mito. Esta noche por ejemplo, siento el corazón en la lengua. Como un caramelo amargo. Un media hora latiendo. Son las dos de la mañana y me siento en la cama buscando oxígeno mientras recuerdo a Di Maria corriendo desaforado y pasando los jugadores de la selección boliviana como postes. Una cosa de locos. Igual que otras veces, me entrené para volver a los 3600 metros a actuar. Lo hice de un modo que me agrada. Corriendo lentamente en el nivel del mar. Suponía que ampliar mi capacidad respiratoria me iba a dar resultados. Evidentemente no sé nada. Este día y los que vendrán muestran mi peor versión. Sobrevivo a base de soroche pil. No tengo hambre, voy a hacer pis doscientas veces en la noche. La cabeza se me explota.  Hasta el año pasado yo podía decir que venía a trabajar a La Paz y gracias a Maradona que perdió 6 A 1, yo me sentía un héroe , claro que mis amigos se reían de mis gustos, se compadecían de mis desafíos.  Pero desde que Scaloni trajo a su equipo estoy para el cachetazo. Me acuerdo de Julián Alvarez con sus

20 años corriendo y me doy cuenta que, tal vez, me estoy haciendo viejo. Respeto el dicho popular: Comer poquito, andar pasito y dormir solito. Para aquellos que no tienen idea, en La Paz, hay tres regiones. Una es donde llega el avión, se llama El Alto y está a 4000 metros. Ahí la nave  casi que no tiene necesidad de bajar, solo posa. En esa región marrón y plana vive un mundo de gente en su mayoría aymara. Para llegar a La Paz propiamente dicha hay que bajar. Vas bajando y se empieza a ver el ostentoso Ilimani, la montaña sagrada. curvas y curvas hasta entrar  a una zona colonial a unos 3600 metros donde está el centro de la ciudad. Aun a las 3 de la mañana, La Paz justifica la creencia que los bolivianos son un pueblo trabajador. En la noche fría y oscura, mujeres con uniformes fluos, y gorros pasamontañas, con una especie de plumero gigante, limpian las calles de todo este gran hormiguero. La tentación de toda esta región es lo que se llama la zona sur, que es hacia donde me dirijo. En esa zona, la burguesía paceña se expresa con edificaciones lujosas y algo de verde  rodeada de un paisaje lunar. pero el mejor regalo de todo son los 100 metros menos. Dormir en el valle es mucho mejor todavía. Es más caliente, más sereno, y más caro.

Nos levantamos alli, rodeado de montañas, la vista es increíble. Venir a La Paz implica visitar a una larga lista de amigos. Luigi me ha invitado a su restaurant. Apenas atravieso la puerta de Baco y Vaca, se ríe. Me contagia. Y vuelve a llamarme Banfield, igual que hace 30 años. Me siento a charlar y comienza hablándome de fútbol. Hace años vino a visitarme y me acompañó al estadio de Banfield. Lo recuerda y entonces, me pongo serio y le digo que esa fue la última vez que fui a la cancha. Él no cree lo que le estoy diciendo. Me dio vergüenza lo que pasó. Me mira y me dice que no me tengo que poner así. Que todos los bolivianos saben que en Argentina decir boliviano es una expresión de desprecio, pero a casi nadie le importa. Le digo que ese día el futbol superó mi límite. Estábamos juntos en el estadio y unos imberbes le gritaron a los jugadores: “Volvete a Bolivia”. Yo miré hacia el piso, busqué a quien lo había gritado y  respondí algo que no escuchó, pero me di cuenta que iba a entrar en una lógica que no comparto. Luigi dice que me olvide y que vuelva a ver a Banfield, que él lo sigue viendo desde la distancia. Le digo que no hay vuelta atrás, esa fue la ultima vez que fui al estadio con mi hija. Ya me venía cansando de tener que someterla a escuchar la más grande cantidad de barrabasadas. Papi por qué cantan son todos negros, son todos putos o son todos bolivianos ¿Como podía alegrarme de estar ahí con mi niña de 10 años? Terminamos de comer. No sé si existe una ciudad en el mundo donde

tengo tanta cantidad de casas y gentes que me esperan. Tantas familias que me quieren. Me tomo un nuevo sorochi pil y salgo al centro hacia una entrevista con un periodista que realmente aprecia mi trabajo y me cuenta dónde, cómo y cuantas veces me ha visto. Tenemos que llegar a las 3 y media a “Casa mágica” para ver una obra de teatro. Pasamos por el teatro municipal, ese  teatro que supe llenar una vez con “Viejos” en el aniversario del teatro de los andes. Paso por la puerta del teatro y recuerdo. Al entrar a escena la platea del teatro me aplaudió.  Hacía 20 años que no volvía a La Paz. Volví con obra nueva y me aplaudieron antes de que diga o haga algo. He hecho eso con ciertos artistas y jugadores y algunas veces lo han hecho conmigo y me ha parecido descabellado. En esta ocasión los paceños me aplaudían porque estaban alegres de que yo haya vuelto.  No sabían que iba a hacer y ya me aplaudían ¿Puede un artista pequeño aspirar a algo más?  Que te aplaudan antes de comenzar es un voto de confianza tan grande que me dio ganas de llorar. En el imaginario del argentino medio el boliviano es un tipo petiso que a lo sumo tiene una verdulería o un albañil que trabaja trabaja y trabaja. Son marrones.En silencio pueden incluso admirarlos pero son incapaces de tratarlos como iguales. Yo he vivido entre esta gente culta, cariñosa, profunda, poética. Esta gente que cuando te siente cerca rápidamente te abraza poniendo su corazón frente al tuyo. Que mira a lo ojos y dice cosas hondas.


Nos faltan dos cuadras para llegar a “Casa mágica”. Doscientos metros, pero casi 100 metros para arriba. Caminamos 6 pasos y paramos a respirar. Veo la puerta a cinco pasos y se que voy a llegar tarde. Erica nos recibe como siempre, sonriendo. Tiene el rostro y las facciones de una mujer indigena. Hace treinta años que escapo al mandato de la familia y se dedicó al teatro. Su padre la acompañó un poco más. Veo venir a éste a mi encuentro, está encima de un bastón.  Rodo me saluda. Tienes que venir a mi casa, repite. Tengo en la pared de mi casa un afiche tuyo pegado. Es del año 95.¿Todavía? Prometo y quiero verlo. En distintos lugares de Bolivia de pronto alguien recuerda una historia conmigo. No volver a Bolivia es olvidar quien he sido. Este trabajo es el fruto de mi taller con adultos mayores, dice Erica. Es teatro amateur. Lo que vamos a ver es muy parecido a lo que en Argentina se llama teatro comunitario. Es teatro de vecinos, para vecinos.  los que aquí actúan tienen la ropa de aquí. Las cholitas no se disfrazan de otra cosa que no sea ellas mismas. La obra de teatro, igual que el casamiento de Mirko del Centro Cultural Barracas representa el casamiento en en un conventillo.  La obra deambula por la casa, gigante, empieza en la terraza, pero enseguida nos invita a deambular por el conventillo. Una escalera nos permite ver el momento que Anselmo y Marcela se han conocido. Anselmo es un profesor de filosofía de unos setenta años que lee en el patio del conventillo mientras Marcela, una cholita que ha enviudado, lo cerca. Desde la baranda vemos a estos seres mayores jugando al teatro. Después vemos a los musicos ensayar una serenata y un  el pedido de casamiento. Si algo es evidente es que todos los actores no actores, se divierten.  Les cuesta no mostrar que se están arriesgando a hacer algo que nunca han hecho en toda su vida. Después de recorrer toda la casa mágica de pronto entramos finalmente a un cuarto que tiene en todos los lugares fotos de una pareja joven. Los padrinos de casamiento de Anselmo y Marcela. Son quienes pagaran toda la fiesta.  No se tarda

mucho en advertir que las fotos de los dos viejos que están ahora allí son reales y deben tener no menos de 50 años. El viejo, que no es otro que Rodo, el padre de Erica, le cuenta a su mujer que invertirán una gran suma de dinero arriesgando a la felicidade de esa pareja vieja, para convencerla recuerda como se conocieron. Cuentan algo que bajo toda sospecha no es más que la propia historia. De como se conocieron, de como de como él le cantó una serenata que ahora repite casi sin voz y ella acompaña, finalmente la invita a bailar. Ella, toda encorvada apenas puede levantar el brazo para colocarlo en el hombro del hombre viejo. Mientras los dos ancianos bailan la piel de gallina me ahoga.  Termina la obra en el patio con la celebración del casamiento de Anselmo y Marcela, dos viejos, la orquesta toca y el baile estalla. Hay muchos que no saben, pero Bolivia es el país más festivo del mundo. El mismo Luis Rico canta el tema que dio origen a la obra. Al terminar la representación Luis apela al amor que mantiene hacia esta ciudad. Lo escucho y siento una envidia que se disipa pronto porque yo también amo esta ciudad que me ama y no puedo alejarme de ella.  Cruzó a Luis en su salida. Me abraza. En el año 95 fuimos vecinos. Por último voy al encuentro de Erica para agradecerle. Entonces me dice algo que va a hermanarme más que nunca. Hice esto, inventé este grupo, porque desde la pandemia no podía hacer nada para sacar a mis padres de su casa. Envejecieron diez años. Mi mamá no se quería mover, mi papá empezó a usar bastón. Quería sacarlos y se me ocurrió inventar un grupo de teatro de adultos mayores. Al final hice esta obra con ellos. Nunca habían actuado. A unos días del estreno mi madre se cayó y perdio movilidad en la espalda, pero no quiso traicionar al grupo y vino igual. Ver a mi madre actuando me da una sensación muy extraña porque ella quiso impedirme que yo haga esto pero ahora hacer esto la esta salvando. Erica ríie mirándome y agrega: tienen los dos 82 años y han empezado a hacer teatro. 


Erica nombra cosas que me interpelan, y me advierten que a mi edad todos debemos estar haciendo algo para acompañar a nuestros padres. Salimos del teatro y Rosi comparte la emoción que ha sentido al ver esto.  Los dos nombramos el momento en que el padre y la madre de Erica cuentan como se conocieron, cuando cantan, cuando bailan.  Es un momento de una verdad espeluznante. Estar frente al relato de vida de dos seres simples es conmovedor. Rodo le canta a una mujer vieja que apenas puede levantar el brazo para abrazarlo. A él parece no importarle, él sigue viendo a la joven que eligió hace medio siglo. Nosotros vemos y no vemos dos viejitos bailando. Nada puede ser más real que esto.  Esta es la mentira mas necesaria que puede ofrecer el arte. El teatro debería ofrecer más seguido cosas como esta. Me parece estar espiando algo simplemente bello. El relato íntimo de un encuentro entre dos seres que han envejecido. Rosi me cuenta esto me escribo. Que bueno que vinimos, me dice. Que bueno que subimos esos doscientos metros. Empezamos a caminar hacia abajo en busca de un  vehiculo que nos  lleve a la zona sur. Mientras el coche arranca me abrigo y me digo: Volvete a Bolivia, Sergio. Volvete a Bolivia,  siempre.

22 comentarios

  1. Emoción de tu emoción, Maestro, Bolivia te tiene! Y tú a ella! Cualquier cosa a tu llegada a Cochabamba que necesites o quieras, mi whatsapp es +591 70773050. Si no, será hasta el domingo, Maestro joven viejo!

  2. Que lindo saber de esa Bolivia del alma, de Yotala querida y del teatro de los Andes. Tantos recuerdos. Tal vez regrese nuevamente para seguir viviendo a esa Bolivia del corazón.
    Que bello relato.

  3. Que lindo amigo ❤️,grato por compartilhar conosco.viva a Bolívia 💪🏽👍🏼👏🏽👏🏿🫂🙏🏽

  4. El corazón que nos transmites con tu trabajo es nomás el que queremos darte de vuelta pues. Que hermosos días de conocerte maestro. Un regalo de la vida! Gracias!! Vuelve siempre.

  5. Querido Sergio
    Gracias!!!
    Tus palabras resuenan mucho más ahora en mi corazón.
    Mi mami está internada y mi papi a su lado cantándole siempre canciones, boleros de amor.
    Los miro y me digo que suerte haber nacido de tan inmenso amor.

    1. Qué triste y hermoso lo que te sucede,y que a tiempo has estado de sentirlo. Te abrazo y les envio mi cariño a ellos. Salud y alegria amiga. Ya estan abiertas las postulaciones para el taller retiro.

  6. Hermosas palabras Mercurio …tuyas y por nuestros hermanos bolivianos …agradezcamos el esfuerzo de los boli argentos por su abnegada tarea en la provision de verduras y frutas .. y otras actividades …
    Abrazo Mercurio

  7. Vuelve siempre Sergio, allá, acá… Hermosos los hechos, pero esencialmente la forma de mirarlos.

Se agradece compartir

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