Al pisar los escalones que descendían se iban abriendo las alas de ellas. Eran mariposas grandes. El tamaño de una mariposa está determinado por la sensibilidad de tu sorpresa. No por el tamaño. El lugar por donde caminaba esta muy cerca de la Fuente de agua de la Serra da Mantiqueira. En Tupi, Mantiqueira quiere decir: Montaña que llora. Durante 7 días tomamos agua de esa montaña y también lloramos. En ese lugar hice mi último taller Retiro. De los 14 llegaron 12. Cada vez es más difícil encontrar gente que tenga tiempo. Yo tengo. Sí. Tengo. Tuve un abuelo que también tenía y lo usó conmigo. Estoy ahora a unas cuadras de la plaza de Rincón. Mi madre me llevó a la feria cuando era muy chico. Pienso y pienso y no determino la edad. ¿Cuatro? Si tenía 4, ¿con quién se quedó mi hermano?. Los puestos despedían colores en frutas. Mi mamá sostenía un changuito y me contó dos historias. Una es la los dos carreteros, a los que en el medio del camino, se les rompe la rueda y se quedan varados en el camino. Cada uno toma una actitud distinta. El primero trata de arreglar la rueda pero es intempestivo y nervioso, putea a Dios y María Santísima mientras hace fuerza y coloca de nuevo una rueda reparada con lo poco que tiene. El segundo reza. Se postra en el suelo y pide a Dios su ayuda. Es una plegaria dulce y cariñosa pidiendo la atención del señor. Decía mi madre, que se ocupó de no inculcarme jamás el Dios que ella tenía, que Dios y San Pedro observaron los dos acontecimientos, San Pedro señaló a ambos carreteros y se molestó en ponerle palabras a estos seres que reaccionaban de manera tan distinta ante un mismo acontecimiento, Dios permaneció escuchando los gritos del desaforado y la plegaria del súbdito entonces finalmente le puso la mano en el hombro de San Pedro y le dijo: ayudalo al que putea. San Pedro abrió los ojos incrédulo, esperando una explicación. El que putea al menos intenta hacer algo, el otro es un cómodo, que siga rezando. Podría tentarme a decir que entendí algo ese día, pero la sombra de Sócrates se me aparece haciendo preguntas que desarmarían cualquier afirmación. Lo otro que me contó mamá fue la de un mercader que transportaba por el desierto la piedra más preciosa, mas adorado por el mundo. Tengo los colores pero no me acuerdo de la disposición, tal vez 60 rubíes, 24 diamantes y 365 piezas de oro. Esa piedra tenía los 60 rubias que representaban los segundos, y los minutos, los 24 diamantes que representaban las horas y las 365 piezas de oro que representaban los días de un año. Me explico mi madre ese día que lo más valioso es desde siempre el tiempo.
En el taller Retiro de este año fue Victor, un joven brasileño, un humorista espléndido. Ya sabía yo, que Victor hablaba bajito y que le costaba mucho hacer foco, ya que no podía gobernar sus ojos. El séptimo día del taller Retiro, Victor se tomó su tiempo para hablar de algo que había sentido mientras estuvimos juntos en ese espacio aislados del mundo y en contacto con la creación despojada de victorias y de aciertos, de certezas y de recetas. Al comenzar a hablar su voz se les engasgó, y un posible llanto fue controlado para respirar fuerte y conscientemente para apartarlo. La compostura le llegó un tiempo después. Victor entonces habló. Para mi vivir es una lucha. Su voz se escuchó clara, no necesitó subir el volumen, todos lo escuchamos. Debe haber tardado en segundo en continuar lo que estaba por decir pero como todos saben cuando uno relata algo emocionante debe hacer una pausa, detenerse, respirar, mirar a todos los que escuchan y sentir el momento exacto para rematar la frase. Es necesario darse tiempo para vivir, darse tiempo hablar, darse tiempo para contar y darse tiempo enriquecerse, para observar la piedra preciosa. Victor se tomó ese tiempo y dijo tres palabras al decirlas agaché la cabeza y rompí en llanto. Unos segundos después levanté la vista para verla cara de los más fuertes, de los que permanecen enteros en los momentos difíciles todos ellos lloraban igual que yo. Las palabras de Victor atravesaron el espacio e hicieron brillar la piedra que mi madre un día señaló. Uno de los días anteriores Victor había mostrado una escena divertida en la que se enfrentaba a una psicóloga que afirmaba que el era autista. En el momento que hizo esa escena yo escuché mal, porque yo escuché que el era artista, después Victor enfrentaba a la psicóloga imaginaria para decirle que él era Victor. Este muchacho que nos dejó a todos llorando dijo esto: Para mi vivir es una lucha, pero acá no fue. Eso sucedió ya haca 15 días, es increíble como el tiempo pasa y como el tiempo queda. Me quedan mis pasos despegando mariposas del piso. Me queda el tiempo que me dedique a mí mismo tratando de dedicarme a otros. Me quedan las palabra de Victor y una certeza el que quiera seguir apurado puede hacerlo. No voy a pararme como un joven chino en Tiananmen, esperando que la guerra se detenga, no soy un valiente, voy a seguir intentando crear un desfase temporal, para que vos mismo verifiques si la piedra preciosa más adorada esta en tus manos yo he advertido que la vea cuando me pongo en modo creador. Ox alá lo haya hecho con este texto, por ejemplo.
2 respuestas
Hermoso, como siempre.
Sergio diste en el clavo, yo necesito poder pararme para admirar o cuidar la piedra preciosa y dedicar tiempo a aquello que me hace bien y a quienes quiero.
Este cuento me toca profundamente.
Y por cierto vi tu ultima pelicula esta genial, como todo lo que haces y ya vez no tome el tiempo para decirtelo antes.
Gracias amigo querido.