Y un día lo hizo. Venía dándole vuelta, de hecho todos sabíamos. Pero claro, son cosas que pasan, que se dicen. Son palabras. Cosas que no valen nada. Cuándo pasó lo que pasó, y no me refiero al acto en sí sino a todo lo que pasó después, a todo eso que la sociedad creó para ser más civiilizada y que si te toca vivir, es decir, si te toca entrar en ese maraña que es un proceso judicial… No importa el resultado, ojo, porque el hecho de tener que enfrentarte a eso te lleva un tiempo tan grande, que vas a maquinar otras decisiones y vas perdiendo todos los horizontes posibles. O casi todos. Es un túnel. Ella parecía que estaba fuerte, se la sentía fuerte. No había nada para desconfiar. De hecho la vimos el día anterior, estuvo en casa. A mí me dijo lo mismo que me decía siempre, las mismas cosas. Lo único que me llamó la atención fue que se acordó de cuando éramos chicas. Fue lo único raro. De repente te acordàs de una cosa intrascendente, me dijo. ¿Te acordás el día que comimos facturas solas? Yo me acodaba. Te comiste dos cañoncitos, me dijo. Cómo nos reímos. Yo me dí cuenta que a vos te iba a ir bien. Ahí, se río. mirándome fija y me abrazó. Mañana se termina. Yo runcí el entrecejo. ¿No te jubilas? Pero ella bueno, listo, nos vemos, nos vemos y se fue. Tenía que ir para el lado de la estación así que yo salí con los chicos y caminamos hablando de la tormenta que se venía. La vimos irse. Las nenas miraron el cieloy yo les conté lo único que había aprendido en 40 años de docencia. En la escuela te das cuenta que va a llover por los niños. Se revueltan. En el cielo no ves nada. Lo ves en ellos. Saben pero no saben. Yo aprendí, ese era un pronóstico cierto. Ahora me viene a la cabeza la pregunta si ella ya sabía o se le ocurrió cuando estaba cruzando la via. No sé. No sé si justo estaba por pasar el tren. No sé.