Escritor, cineasta, actor, director, formador

Juan Cien Moscas

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

Mentir con ojos de mosca. Eso es hermoso.

Estábamos además de Lucas y Pete, los hermanos Bazurra, Margarita y el tío Abel. Yo era chiquito. Lucas y Pete no querían saber nada con que yo los acompañáse y me enteráse de sus planes y haga sus cosas. Los Bazurra no decían nada pero tampoco querían, de Margarita mejor no hablo. Si no fuese por el tío Abel todavía estoy aburrido en casa viendo a lo lejos a papá con el tractor. A mí me habían echado  muchas veces, porque me canso, según Lucas soy flojo y llorón, Pete dice que hay que andar cargándome y se pierden los mejores caminos. Fueron cerca del lago donde hay muchos conejos, infestado, miles de conejos. Como el pasto era tan acolchadito era lindo correr  y caerse, nunca te lastimabas, te podías caer encima de los montículos esos de los conejos y no te pasaba nada, yo corría también y me agarraba tanta risa que casi me hice encima. Me salió un chorrito pero no dije nada, por las dudas. Tenía miedo que por alguna razón hubiera que bajarse los pantalones y ellos se dieran cuenta. Por suerte eso no pasó, Cuando me salió el chorrito me quedé parado con mucha vergüenza, me parecía que todos me estaban viendo, Lucas me gritó algo y le dije que estaba cansado, me senté para ver si se notaba y, despacito, pude ver como una manchita comenzaba a traspasar, ahí empecé a transpirar. Horrible. Sentí que lo veían. Justo ahí, me agaché para taparme  y ví caca. No sé de que animal pero tenía un olor asqueroso.  Además estaba lleno de moscas. Ví las moscas en la caca. ¡Ahj!  Ya había visto moscas muchas veces, pero lo que no sabía era que ellas se refregaban las manos igual que el abuelo Tucho, que tenía también esa costumbre: probaba la comida y se refregaba las manos. Después decía cosas que yo, ni nadie entendía pero que todos sabían que era muy bueno. igual que yo. Veía que las moscas se tiraban a la caca y comían y después se refregaban las manos y salían volando diciendo “que rico”.  Por un instante todas las moscas éramos nosotros. Me quedé mucho tiempo viendono., Ahí la escuché a Margarita decirle a Pete, que si ella sabe que viene el renguito ella no viene porque se aburre, porque hay que cargarlo, para eso prefería quedarse con su mamá guardando gallinas. Por primera vez me apareció el odio de matar. Lo que no sabía era que el odio de matar te hace llenar los ojos de lágrimas, de un golpe

Se me pasó de repente, porque el tío Abel me miró justo, como descubriendo la mancha de pis y me preguntó si estaba triste, le dije que no, que estaba con bronca. Ahí fue cuando me decidí a volverme a casa. Me tapé con la mano y salí. El tío Abel me siguió y me preguntó para dónde iba, yo le dije que me volvía a la casa. Me dijo que esperara un poquito, que los Bazurra estaban viniendo y que íbamos a cazar pajaritos, yo hice que no con la cabeza y salí. Dejalo, dijo Margarita, si igual molesta. Ese día, me di cuenta que yo nunca me iba a enamorar de una mujer. Para mí las mujeres representadas en Margarita, eran los seres más malvados de la naturaleza. Era ella quien me decía renguito. No me decía rengo, decía “el renguito” y nunca me miraba. De esto no pienso decir nada. 

Caminé y me perdí. No sabía cómo volver pero mi odio era tan grande que incluso pensé en morir, perderme y que le echen la culpa. Eso me pareció una buena idea. Vengarme.. Entré al rastojo y me perdí de verdad. Qué haces escondido, Juan, me dijo el tío Abel. Vení que preciso tu ayuda. Estaban todos con gomeras. Y lo vi a Lucas. Yo había escuchado mil veces las historias de Lucas que cazaba miles. Ahí lo ví, era verdad. Solo que  conté tres.

Siempre que volvían de sus aventuras les habían pasado cosas increíbles. Habían caído en una trampa, los había perseguido un borracho, los había mordido una víbora y cosas así. Los Bazurra dijeron que ellos habían cazado más, pero que los habían soltado, que los habían soltado porque solo buscaban azules. Todo mentiras. Ellos habían cazado uno rojo y  se les escapó por pelearse entre ellos. El tío Abel los miró moviendo la cabeza como que sí. Ellos repitieron que solo cazaban azules. Yo no dije nada, miré y ví una mosca refregándose las manos. Yo no podía, Me senti y ahí de nuevo vi una mosca. Estaba entusiasmada con la caca con sus ojos grandotes. Traté de tocarla pero voló. Cazalas de atrás dijo el tío Abel. Solo miran para adelante. Ahí me di cuenta que las moscas saben salir volando para cualquier dirección pero si las agarras de atrás las agarras. Los ojos grandes solo les sirve para ver la caca que comen.

Ahi escuché a los bazurra que dijeron que habían cazado muchos azules. Fue ahí cuando decidí decir que mentían. Iba a cambiar el mundo.

Eso es lo que te cambia el mundo por primera vez y para siempre. Ellos decían que cazaban mil pájaros y al final cazaban en toda la tarde cazaron tres. Ahí me di cuenta de todo y decidí contarlo. Me iba a parar adelante de mamá y decirlo fuerte. Agarré la primera. Las empecé a cazar con una mano.  Le saqué

un ala y la dejé arriba de la tapita oxidada de un frasco. Así cacé 9. Al llegar a la casa iba a hablar cuando el tío Abel dijo que yo había cazado como cien cien moscas. Sentí eso ahí. Me di cuenta que yo podía ser parte de ellos, de los que mienten. Estuve  por contarlo todo cuando Margarita se me acercó y me dijo que era un amor. Fue ahí que decidí no mirar atrás y me quedé con ojos de mosca.

11 comentarios

  1. Muy bueno el.remate de.la.escena final.
    Me gustaron mucho los.colores..las.formas..las acciones
    Las.moscas
    Gracias

  2. Nuevamente debo decir lindo relato, me pareció una novela, una novela muy corta, muy breve, tal vez la única que he leído en pocos minutos. Un narrador que nos t iene pendiente d sus avatares, que nos ofrece sus pensamientos sobre los sucesos que van hilvanando una historia de la cual no se vislumbra el final y llegado éste nos encontramos con lo inesperado.Lindo relato que nos hace recordar parecidas experiencias que uno ha vivido o imaginado, que es lo mismo. La virtud de la pluma suelta de Sergio nos atrapa en su lectura, todo frescura y originalidad y siempre con un contenido enmarcado en la realidad en sociedad con la ficción.

    1. Sabes que encontré este relato entre las cosas que escribi no se cuando, ni se donde. Lo agarrè en la mañana del viernes y le meti un poco de azucar y dedo y ahi está, Ahora voy imaginando otras cosas

    2. Hola, Cacho, tanto tiempo. Me hiciste acordar que Borges dijo que un cuento es una novela breve. Y que una novela es un cuento extendido. Sé que no es siempre así, ni una cosa ni la otra. Pero en este caso, se da.

  3. ¿Sería como una hermosa reescritura del lejano cuento del valiente que mató ¿nueve? de un solo golpe? Sí. O no, no sé. La ternura del más vulnerable, en la voz de un niño cuya renguera le permite ver con ojos de mosca. Cuya renguera le hace entender la estupidez de los otros. Me atrae mucho esa manera de hablar como el personaje, con repeticiones, con vueltas al mismo texto. Por otro lado, me sabe a monólogo, que lo es, pero desde el punto de vista de un texto teatral. Pero, al fin ¿existen los géneros? Creo que no. Y además ¿qué importa?
    Gran trabajo, Sergio. Ojalá encuentres muchas veces entre viejos papeles, textos como este. Es como encontrar un tesoro, no?

    1. Esto que me estas escribiendo me resuena muy fuerte porque cuando empecè a leer este texto no sabia si era mío. Me empezo a agarrar dudas si yo lo había escrito. Sobre todo porque tengo la tendencia a escribir de algo que me pasó y en este caso leía y no encontraba las vinculaciones con algo que hubiera vivido ( Ojala no le haya errado al verbo) Ahora que leo los comentarios, el texto comienza a crecer en mi imaginación aun más. Gracias

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