Escritor, cineasta, actor, director, formador

Posiblemente Portugal

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

Los traductores de Pessoa se equivocan en traducir como Tajo al rio que acaricia Lisboa y que forma palabras para nombrar ciertas regiones de los alrededores de Lisboa. Donde me encuentro es la región de Alentejo. Alem quiere decir más allá, y Tejo es el río que los españoles llaman Tajo y que los portugueses pronuncian Tesho. El Alentejo, alentesho,  es una región del sur, pero también está la región de  Ribatejo, que es la parte que está arriba del Tesho. Me enteré del Rio Tejo aquí. Yo creía que el río

del poema de Pessoa era el Tajo. Fernando Pessoa fue «el» múltiple poeta portugués. Fue varios. Tuvo distintos nombres y distintas formas de ser poeta. Mientras estuvo vivo escribió como si fuera seis o siete poetas con nombres distintos universos distantes, demostrando una genialidad que los seres previsibles denuncian como esquizofrenia. Ser otro es la primer cosa que denuncia que la infancia ha terminado. Lograrlo es mantenerse niño.

Pelo Tejo vai-se para o mundo.
Para além do Tejo há a América
E a fortuna daqueles que a encontram.
Ninguém nunca pensou no que há para além
Do rio da minha aldeia.

Fragmento del poema «El Rio de mi Aldea»

Es importante agregar que el apellido del poeta es Pessoa que se debe traducir como «Persona». El portugués tiene un apellido perfecto para ser un Poeta.

Leí este poema hace treinta años cuando era un viajero. Cuando respondía que yo no era de Buenos Aires. y nombraba mi lugar agregaba los últimos versos de ese Pessoa.

O rio da minha aldeia não faz pensar em nada.
Quem está ao pé dele está só ao pé dele

La otra cosa que se nota en Portugal es el viento. El viento está en todos lados. El viento, siempre el viento. El viento le habla a los vidrios de las ventanas. El viento te encuentra en los recovecos y te trae mensajes marítimos. El viento es lo más grave que puede pasarte. Por lo tanto uno no puede joderse mucho aquí. Los migrantes y los refugiados son las postal constante de un país que supo ser imperio, supo ser rico pero en un acto muy extraño en la historia mundial se despojó de las colonias y lentamente se hizo pobre. He caminado en la noche oscura por los recovecos mínimos de las calles de Lisboa. He entrado a callejones sin salida, subido y bajado escaleras que me llevaban a patios, castillos o iglesias. He deambulado Lisboa en todas direcciones y lo más grave que me ha pasado fue encontrarme con treinta hindúes gritando porque estaban jugando el criket a las doce de la noche.

Algo me decía que me iba a gustar Portugal. No sé si era por Pessoa o por ese personaje inventado por Tabucci. Ese viejo Pereira que sostiene cosas de viejo por las calles de Lisboa. Uno no puede joderse tanto en Lisboa. En Portugal tampoco. Con Klemente menos.El otro día Klemente me pidió que lo acompañe a él y Karim a la entrega de diplomas de los egresados de la tercera edad en la universidad de Beja. Llegamos cinco minutos antes de su presentación. Está desafinada me dijo mientras me extendía la guitarra. La terminé de afinar arriba de un escenario del que no baje. Delante de cien viejos nos quedamos los dos africanos y yo. Klemente acercó sus ojos gigantes y me dijo RE RE RE RE LA LA LA LA. Rasgué los acordes. Klemente miraba a los viejos sonriendo y tocando el yembé y giraba para corregir mi RE RE RE RE RE. Finalmente nos ensamblamos los tres y cantó esa canción que había aprendido en Maputo hace

casi cuarenta años. Levantó la mano y cantó «Elisa we» para mi sorpresa todos los viejos repitieron Elisa wa. Stop. Hay un africano negro cantando para 90 viejos portugueses blancos. Estoy aquí, nadie me ha contado nada. Estoy al lado de Klemente que continúa una canción africana que todos estos viejos conocen. Ustedes se imaginan que un coya de Jujuy llegue a una Universidad de Buenos Aires a cantar y que todos coreen. Ustedes se imaginan un mexicano subido a cantar mientras todos los viejos yanquis sonríen. ¿Se imaginan? Yo no puedo. Tampoco podía imaginar lo que iba a pasar después. Klemente llama a Rosi que empieza a bailar con el en el escenario. Algunos viejos suben. Me lanzo hacía abajo a cantar y sacar a otras viejos a bailar conmigo. No es el hecho de la fiesta lo que me llama la atención. Lo que me sorprende es que estoy viendo el gesto de un país que acepta e incorpora a quienes antes había colonizado. En un mes que estado por aquí no he presenciado una discusión a los gritos, no he visto peleas. Posiblemente Portugal sea una isla de reunión.

Klemente migró a Portugal, desde Mozabique, hace veinte años. Hace dos creó una asociacion cultural para integrar a los que llegan. En la noche de este Viernes sucederá en Beja las marchas de la ciudad, donde cada barrio competirá desfilando y cantando en una especie de carnaval suave. Klemente puso su asociación en la lista de los barrios concursantes. Logró en dos o tres días juntar pakistanies, timorenses, caboverdianas, guineanos, mozamnbicanos y nosotros dos. Hoy a la noche voy a marchar entre ellos, los distintos. Hoy voy volver a reirme con un pakistani, volveré a bailar con los africanos, volvere a cantar con los chicos de Timor del este. Hoy a la noche seremos este posible Portugal. Todos los otros. Como Pessoa.

5 comentarios

  1. Emocionante destino de recorrer tierras y vivirlas a fondo…y de poder escribirlas. Gracias

  2. Leer tus relatos hace que el corazón y los ojos se humedezcan de una especie de alegría. Gracias siempre

  3. je le relis – une fois rentrée – avec le traducteur…
    ça change tout les traducteurs…!
    Ou pas grand chose de ce qu’il reste à vivre, dire et partager – entre plusieurs mondes et des générations qui passent et participent au changement du monde..?

  4. ¡Bello texto! Pero sería ridículo decir «texto» cuando es vida. Supe de lo que estás hablando. Seguramente no todo es perfecto en Portugal, pero su gente tiene esa capacidad de hacerte creer que es posible. Me emocionó cuando llega a decir: los distintos. Es muy bello eso. Son momentos en que la vida te gana.

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