Escritor, cineasta, actor, director, formador

Los 3 pasos de Cestoni

por Sergio Mercurio

por Sergio Mercurio

Se subió Chevrolet 51, negro, porque estaban dentro su hijo y su hija, Si no tal vez hubiera dado una vuelta, respirado algo. Levantado la vista. Calculado su pulso. ¿Quién sabe? Es posible también que hubiera vuelto a pie a su casa porque eran, apenas, 3 cuadras. Era encarar Maipú hasta El Sol, doblar en Carlos Pellegrini y llegar a Rincón. Pero no lo hizo. Se subió al auto y callado dio la vuelta por Alsina y entró el coche en el garage.  Se bajó, dio tres pasos y cayó. Seco. Tres pasos. Esos fueron los últimos pasos que Camilo Cestoni dio en su vida. Era 15 de marzo de 1955. Un mes después hubo el velorio más largo del que se tuvo noticia en la ciudad de Banfield. Años después la bóveda de Cestoni explotaba de flores, en agradecimiento. 

Primer Paso.

Una mujer sale desesperada de una casa, su hija está en peligro. Los remedios que tratan sus pulmones no hacen efecto. Necesita un automóvil que la lleve a ver un médico. Esta hablando con el hermano estudiante de medicina. Ese será el encuentro entre Camilo , futuro especialista en pulmones y su mujer.  En el año 1935 el Doctor cumple su objetivo. Se inaugura el Consultorio Médico gratuito del pueblo y para el pueblo en la calle Rincón al trescientos. Por primera vez las

personas que viven en las afueras del centro de Banfield tienen donde recurrir. Son los villeros. Vienen en sulki desde  Villa Benquez, Villa Barcelo y Monte Correa. A partir de ahí Camilo no descansará jamás. Putea si un paciente está grave. A cualquier hora de la noche sale a la villa para atenderlos. Su hija lo acompaña. Al llegar al interior de Villa Benquez el padre y su hija esperan, entonces explica. Ahora va a venir gente a ofrecerte algo, un pedazo de pan, tal vez duro. Es lo único que tienen. Aceptálo y agradecé. Las manos están sucias porque solo hay una canilla a 300 metros. Y tienen que traer el agua en baldes. No te va a pasar nada. Como ellos eran tus abuelos. Fuimos pobres. Tenemos que ayudar a que dejen de serlo. La razón es clara su padre fue un changarín. Cestoni trabaja para su memoria.

En el año 39 la Sala se muda a un edificio mejor. Un espacio que aspira a otras cosas. Los médicos que trabajan llegan a la decena. El pueblo de Banfield, los comerciantes, colaboran para que reciban un sueldo. No hay nada que pueda detener el empuje. La sala aspira a transformarse en un hospital para niños. La comunidad quiere que lleve su nombre, pero el prefiere el nombre de su madre Maria B de Cestoni. El segundo piso se ha construído, falta poca cosa para que el sueño de Camilo Cestoni se haga realidad.

Segundo Paso

El que viene a pie, es el comisario de Banfield. Una comuna que crece y que se perfila con un horizonte soberbio. A algunos les preocupan las villas. Los villeros.  El comisario saluda a las personas que se cruza y finalmente golpea las manos. Camilo Cestoni tiene 40 años y el mate en la mano. Como le va Don Camilo. Como le va Comisario. Le traigo un recado del presidente de la Nación. Y la cara de Cestoni se radicaliza aun más. Casi no escucha el final de la invitación. Camilo Cestoni no va a ir a ver a Perón. Está trabajando. Dedica cada hora libre a sus enfermitos. A sostener las vidas de los pobres. La segunda vez que el comisario golpea las manos en lo del médico de Banfield, no hay invitación. Es una obligación. Un automóvil lo espera en calidad de urgente. Perón lo recibe con varias sonrisas que no inmutan a Cestoni. Acepta el whisky y finalmente le pide que le diga para que lo ha llamado. Perón entiende que Cestoni puede y debe ser el Intendente de Lomas de Zamora. La negativa del médico radical tiene sus consecuencias. La sala Maria B de Cestoni de la calle Rincón va a comenzar a llamarse, Eva Perón, decidido en asamblea por la nueva comisión.  Cestoni vuelve a atender en su casa insiste con atender  de forma gratuita y se empeña en abrir otra sala esta vez en la parte superior de una tienda de ropa a una cuadra de la estación sobre la calle Maipú. A la hora de colocar el nombre de la nueva sala, la asamblea intenta un truco. A todos les gustaría que se llame Maria B de Cestoni, el nombre de la madre del médico. El nuevo nombre mantiene las iniciales de la madre y termina llamándose Más Bondad de Corazón.  De aquí en adelante todo sucederá radicalmente. 

Tercer paso

Maria Eugenia tiene siete años cuando su papá la sienta y le dice que lo espere. Es una niña curiosa que presta atención. Entonces ve entrar una de las figuras intransigentes del radicalismo Nacional y de Banfield que llama a su padre. Los dos discuten. Son radicales. Los dos se enfervorizan. Dicen palabras que Maria Eugenia no quiere repetir. Son malas palabras. Sin embargo las malas palabras no son nada comparadas con las buenas palabras que aun recuerda. El Bisonte acerca su nariz aguileña para que Cestoni entienda y le sonríe” Doctor, usted está haciendo peronismo y a los peronistas hay que dejarlos morir”.  El médico termina la reunión a los gritos. En algún lugar del aire de este lugar tiene que estar suspendido el pedido de Cestoni. “No voy a dejar morir a nadie, no me importa si son peronistas, comunistas o conservadores. Yo soy médico. No soy político”. Setenta y cinco años después de ese acontecimiento es fácil enlazarlo con el siguiente. Camilo está desayunando en Juancito, la pizzería. No llega a ver que los que entran, son tres médicos. Camilo está charlando con el dueño y ve venir sus amigos que trabajan junto a él en la sala  “Más Bondad de Corazón”. Piden un café y se quedan esquivando algo. Han sido enviados. Todo lo que sucede antes de estas palabras es intrascendente. Lo que va a escuchar Cestoni va a comenzar a matarlo. Los tres traen un mensaje del doctor Alende. El bisonte es claro, la sala que está a una cuadra de la estación de Banfield, en la calle Maipú,  tiene que tornarse privada.  Es una decisión tomada. Cuando uno escucha la peor noticia falta el aire. Los ojos se nublan. La presión se dispara y entonces en la vida no quedan más pasos para dar.

Epílogo

En la ciudad de Lisboa. Capital de Portugal. Hay una plaza. En el campo de mártires de la patria, hay una estatua a un ser de otro tiempo. Alguien que tiene una toga. La estatua es tan alta que no se identifica nada. Lo curioso del monumento es que derrama placas. Tiene el pasto tomado por placas de mármol.  Las placas se apilan y es muy difícil leer en el desorden en el que se encuentran. Si uno ve las fechas de las placas surge una confusión. Hay fechas muy actuales.  Todas escritas en portugués. La mayoría del comienzo del siglo XX.  Una dice “Fue tu gracia lo  que salvó a mi nieto” y está fechada en 2009.  Otra dice “Gracias Hermano por salvar a mi hermana”. En las placas se repite la palabra Hermano y solo algunas pocas aclaran el nombre Souza Martins.  Ahí se puede ordenar esta historia. El Doctor Souza Martins vivió en la mitad del siglo XIX y dedicó su medicina a la lucha contra la tuberculosis y a la atención a los pobres.  Por eso fue elevado a Santo Laico, tras su muerte. Casi doscientos años después aun le rinden culto a este médico venido de una familia humilde que dedicó su vida a los pobres. 

La historia de Camilo Cestoni se le parece, nacido en un hogar humilde dedicó su corta vida a exactamente lo mismo que Souza Martins. La tuberculosis y los villeros. Es probable que supiera del médico portugués. Dado que hubo 100 años de diferencia entre ambos. Camilo Cestoni dedicó su labor a los pobres, a esos villeros de Benquez y Barceló, a los que vivían mas allá del casco urbano de Banfield. Ellos jamás lo traicionaron.  Son los que lo velaron. Pero, este hombre, no tiene en su ciudad un monumento.  Todo indica que le ha  toca un destino diferente del médico portugués.

Ha sido olvidado. Lo siguen traicionando los que hacen política. La corta memoria no deja ver su bondad de corazón. La sala volvió a tener su nombre cuando, en 1955, Perón fue derrocado. En el año 1952 se había construído el segundo piso de la sala para que exista allí un hospital infantil. Faltaba nada para inaugurarse. Desde ese tiempo cuesta encontrar porque no se ha dado ningún paso en esa dirección. La Sala Cestoni es fácil de reconocer, es el único cartel de Banfield que está apedreado. Las generaciones nuevas ignoran que allí hubo una sala del pueblo y para el pueblo, que allí hubo un sueño, que allí hubo un médico que miraba a los ojos, que atendía, que entendía, que acompañaba, que no dormía si alguien estaba en peligro y que quería un hospital de niños. 

Unos años atrás vez un médico quiso reactivar la sala, abrir las puertas a la comunidad. La comisión lo expulsó rápidamente. Banfield tuvo clínicas, todas fueron un fiasco por razones que desconozco. En esos lugares, hoy,  hay grandes edificios de departamento.  La ciudad crece enloquecida hacia las alturas a fuerza de acomodos, licencias espurias y arreglos inmobiliarios. La ciudad se va para arriba pero no tiene un hospital. El sueño de Cestoni está en los escombros de las casas que día a día se tiran abajo esperando el lucro de la edificación salvaje.  Las posibilidades de que el sueño del médico se cumpla son escasas. Acá lo que sí funciona es la coima. Está ciudad es la jungla y la política es el camino para que hombres sin principios puedan dirigir a hombres sin memoria. 

18 comentarios

  1. Maria Eugenia Cestoni: Gracias ,Sergio.Es hermoso,el relato,me emocionó.Es como si lo hubieras conocido.Tuve una infancia feliz,orgullosa de haber tenido padres,como,Emilia y Camilo. Y vos lo reflejaste.Sigo emocionada.Lo leí varias veces,y siempre me produce el mismo efecto.Te agradezco que aceptaras,escribir,la vida de mí padre.

    1. Me alegro mucho tu comentario. Primero que nada mi intención al escuchar historias es poder reflejarlas y que produzcan emoción. Está hecho.

  2. María Cristina Echazarreta dice:
    Es muy interesante el artículo dedicado a Cestoni y, con relación al olvido lamentablemente se da en muchísimos casos.
    Tengo una duda con relación a la fecha de fallecimiento que es importante dilucidar. En mis archivos figura el 14 de
    abril de 1955 y en el archivo del cementerio figura el 17 de abril de 1955. He relevado, hace años, esa bóveda, que figura
    además en el libro del Cementerio de Lomas de Zamora. Podrías confirmar con la familia la fecha real de fallecimiento?

    1. Maria Eugenia Cestoni: La fecha de fallecimiento,fue e 15/4/1955.Lo enterraron el 27/4/1955.La casualidad,es que el17 /4 /1935, fundó su primera Sala.Gracias por interesarte

      1. Gracias María Eugenia por la respuesta. Tendré en cuenta la fecha del 15/4/1955 en lugar del 14/4/1955 que figura en el archivo del
        cementerio y en mi libro sobre el Cementerio de Lomas de Zamora. Tengo dudas de la fecha de su entierro. Creo que debe ser el
        17/4/1955 pues son las 48 horas dispuestas. Nos mantenemos en contacto.

  3. Gracias María Eugenia. corregiré mi archivo que dice 14 de abril. El entierro debe haber sido el 17 no el 27 dado que más de 48 hs.
    no pueden pasar. Nos mantenemos en contacto.

  4. Maria Eugenia Cestoni:Como te dije ,papá falleció el 15/4,ese día era viernes.Alrededor de las 19 ha, falleció,lo velaron en su consultorio,en Carlos Pellegrini 1695.(hoy Vergara), siguió el sábado,y recién el domingo casi mediodía, fue llevado a pié,hasta Maipú,donde estaba Más Bondad de Corazón.Alli hubo una despedida,de amigos pacientes,y familia.De allí al Cementerios de Lomas.Fue muy lento,recuerdo,pues los móviles que llevaban las flores ,eran 15., más los acompañantes.Si necesitas algo más estoy a tu disposición.

  5. Cierto que el olvido de parte de la comunidad se va acrecentando, ya casi no quedan personas que lo conocieran, sin embargo recuerdo las palabras de cariño hacia mi abuelo, que ha tenido el padre de un compañero de secundaria que yo he tenido, o de personas que al escuchar mi apellido se acercaban a preguntar: » Sos algo del Dr Cestoni?» Y ahí nomas se ponían a contarme cual había sido el contacto con él. Claramente siempre me llenó de orgullo tener un abuelo de tal altruismo.

  6. Conmovedora la historia de Don Camilo Cestoni, el médico del pueblo de Banfield. De todos modos creo que bien merece una novela, alguien que tuvo esa nobleza y entrega. Contar más sobre su historia de vida, la del amor por la madre de sus hijos, las enseñanzas que pudo dejar y que hoy vendría bien que tantos médicos leyeran para inspirarse y aprender sobre la empatia. Más también esa enseñanza a su hija de cómo tratar a la gente pobre;el respeto es sin duda el valor que le enseña en entonces. Y, desde luego, la importancia de la humildad del alma. «Tres pasos», que seguramente fueron muchos más, para ayudar y para cumplir su juramento como médico.

  7. No conocía esa historia, muy interesante, me duele como vecina de Banfield y peronista por todos los avatares que pasó el Dr. Cestoni.
    Muy injusto!!!
    Paradoja, en estos tiempos se está construyendo un hospital sobre Chacabuco o Cochabamba (Me las confundo)
    Y Cestoni merece una escultura de tu padre.

  8. No conocía esa historia, muy interesante, me duele como vecina de Banfield y peronista por todos los avatares que pasó el Dr. Cestoni.
    Muy injusto!!!
    Paradoja, en estos tiempos se está construyendo un hospital sobre Chacabuco o Cochabamba (Me las confundo)
    Y Cestoni merece una escultura de tu padre.

  9. Emocionante relato y un recuerdo que es homenaje y agradecimiento a un hombre que tanto hizo por la salud y la vida de muchos banfileños. En los años cincuenta tuve mi segundo nacimiento ( tengo tres) y fue en la ciudad de Banfield. El DrCestoni era el tema, l Sala, los servicios de salud, un nombre que escuchaba entre los vecinos de mi barrio, Rodriguez Peña cerca de la Estación, Cestoni, Cestoni, se pronunciaba con respeto, con mucho respeto, no llegué a conocerlo personalmente pero en esos años no tuve refer encias alternativas de ninguna otra persona que generara tanto respeto y agradecimiento colectivo. Con el tiempo pude conocer parte de la vida de este hombre que mas allá de su juramento profesional dedicó su vida a la protección y cuidado de los mas humildes y en particular a lo niños con mas desamparos. Es verdad que luego hubo olvido, un pecado de la sociedad que por lo común genera la desmesura del desarrollo urbanístico; la proliferación de intereses políticos-comerciales y el propio olvido de los desmemoriados de siempre. Banfield le debe todavía un agradecimiento mayor.

  10. Impresionante, lleno de una apacible ira. Un médico que miraba a los ojos, y una ciudad que se «va para arriba» . Cómicamente trágico. Ojalá esta crónica se multiplique y se pueda leer en todos los rincones. Un retrato de lo que nos pasa hoy, esta enfermedad que nos engulle abotagados de políticos berretas.

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